Jean-François Fogel
No puedo acostumbrarme a lo que hacen varios sitios de información: indicar el tiempo de lectura al lado del título de una información. ¿Quién se pregunta si tiene 2’ 45’’ para leer algo sobre Líbano? De dos cosas una: o el tema te atrae o te vas para otra página. Por suerte, poco a poco, pasa la moda (por ejemplo, ya no lo hace el sitio de Clarín en Argentina), lo que explica mi rabia al descubrir en el mensual Arcadia de Colombia una columna titulada “La calculadora”, que promete al lector contarle “cuánto se demoraría usted leyendo algunos de los clásicos de la literatura”.
A continuación viene una especie de clasificación: lideran las Tres versiones de Judas, de Jorge Luis Borges, con 18 minutos, y por supuesto el pobre Miguel de Cervantes cierra la cola con las 43 horas de lectura para Don Quijote de la Mancha. Pero, ¿de qué hablamos?, ¿de un DVD cuyo tiempo es predeterminado o de la relación íntima e indescifrable entre el lector y una obra? La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson son 7 horas dice Arcadia, pero a mí me parece muy poco. Me acuerdo muy bien que me regaló siglos de lectura en el jardín de mi abuela, con piratas y temores compartidos con el olor de manzanas de los veranos calientes de mi infancia. El viejo y el mar son 3 horas dedicadas a Ernest Hemingway pero no fueron las mismas horas en la lectura compulsiva de mi adolescencia y después de pasar tanto tiempo entre Cojímar y la Finca de Papa en Cuba.
Un día, en el momento de vender un dibujo, el pintor Degas tuvo que responder a la pregunta estúpida de un cliente: “¿cuánto tiempo se demora usted en hacer esto?”, decía la persona al entregarle unos billetes. Y el artista no se equivocó: “depende de cómo uno lo ve: veinte minutos o veinte años”. Lo que caracteriza al arte es su relación con el tiempo. Aguanta el tiempo, resume toda la vida de su creador en el instante de la creación y nos hunde a todos en el tiempo del gozar sin fin y siempre renovado. Cuando leo que Cien años de soledad son 12 horas, tengo que responder: es una grave equivocación, la novela de García Márquez ofrece Cien años de lectura solitaria; o quizás más.
Por otra parte, este número de Arcadia (mes de julio), que llegó por milagro a mis manos, es excelente. Tengo la sensación de que Ñ empieza a tener discípulos.