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SOBRE LIBANO E ISRAEL

Por 1 de agosto de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Como todos los blogueros recibí entre mis comentarios una crítica contundente: ¿Cómo se puede escribir sobre literatura, deportes, economía, etc. (ponga aquí lo que quiera) cuando se sabe lo que ocurre en Oriente próximo? Mi respuesta no puede ser otra que mantener el silencio sobre el asunto. Con amigos reviso las opciones de alto el fuego, paz, soluciones políticas (ponga aquí lo que quiera) pero creo irresponsable una expresión más amplia.

Ya expliqué que los intelectuales franceses opinan sobre todo desde el caso Dreyfus, hace más de un siglo. No quiero pertenecer a la familia de los  habladores que creen tener el derecho de pronunciarse sobre cualquier asunto (lo que es normal) en público (lo que muchas veces no se justifica). Soy capaz, como todos, de decir que no se debe bombardear poblaciones civiles en Líbano, en Israel o en los territorios controlados por la Autoridad Palestina. Pero más allá de este discurso humanitario clásico, la mera honestidad me obliga a decir que sé muy poco de lo que ocurre más allá de las pérdidas de vidas humanas. Ignoro dos datos clave de la crisis: el papel real de Irán en lo que ocurre y los límites de la influencia de EE UU sobre Israel.

Lo de Irán me pareció obvio este fin de semana al analizar, por ejemplo, las declaraciones del ejecutivo venezolano. Por una parte, el presidente Hugo Chávez, de visita en Teherán, en su recorrido mundial para conseguir para Venezuela un asiento de miembro no-permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, prometió que su país »estará junto a Irán en cualquier momento y bajo cualquier condición». Por otra parte, el vicepresidente José Vicente Rangel reaccionó a los últimos bombardeos israelíes declarando: "no es posible callar con lo que está haciendo el estado de Israel con los palestinos y libaneses. El silencio equivaldría al silencio que guardaron durante mucho tiempo personajes y estados frente a la irracionalidad del nazismo, al silencio cómplice que guardaron muchos en el pasado ante el genocidio cometido con el pueblo judío".

Ambas declaraciones, de apoyo a Irán por parte del presidente, y de denuncia de Israel por el vicepresidente, se producen en un contexto militar que conocemos: los cohetes disparados por los guerrilleros de Hezbolá sobre Israel son suministrados por Irán. El presidente de este país, Mahmoud Ahmadinejad,  promueve en sus discursos la desaparición de Israel, un país que no nombra prefiriendo la fórmula “entidad sionista”. ¿Se puede, tal como el ejecutivo venezolano hace, eludir cualquier referencia al papel de Irán en la crisis? ¿O es más cercano a la realidad una lectura de los hechos según la cual Irán entrega cohetes a los guerrilleros de Hezbolá para poner en marcha de manera militar la eliminación de Israel que propone Ahmadinejad?

A pesar de leer la prensa de manera frenética no hay manera de entender el grado de autonomía del Hezbolá frente a Irán, a Siria y al gobierno de Líbano. Y esto no tiene que ver con el hecho de que hablamos de poderes herméticos con escasa cobertura en la prensa occidental. Pasa lo mismo si queremos medir los límites de la influencia de EE UU sobre Israel. Ni se puede saber quién influye más en el momento de determinar la posición de Washington en Oriente próximo. Esta impotencia se comprueba al leer el informe principal de Foreign Policy dedicado a la influencia real del lobby israelí en EE UU.

Este informe es otro capítulo de un debate que empezó en marzo de este año cuando los profesores John Mearsheimer y Stephen Walt (el primero de la Universidad de Chicago y el segundo de la Universidad de Harvard) pusieron en línea el borrador de un artículo http://ksgnotes1.harvard.edu/Research/wpaper.nsf/rwp/RWP06-011 sobre la influencia del lobby del estado hebreo en Washington, y especialmente del American-Israel Public Affairs Committee. Aunque el texto provocó un tsunami de comentarios en el ciberespacio, no sé si cinco meses después, como se lee en muchos periódicos, la solución de las crisis está entre Washington y Tel Aviv. La lectura de Foreign Policy alimenta mis dudas sobre los comentaristas que dicen tener la solución de un problema planteado desde la Biblia.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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