Jean-François Fogel
En Internet no hay nada mejor como regalos que buenos enlaces. Tengo dos, que pertenecen a mis favoritos. Son dos blogs preocupados por el sexo y la literatura, extraños y hasta misteriosos pues no sé quién o quiénes están detrás de esas páginas.
El título son tres palabras francesas, pero el blog es bilingüe: tanto en inglés como en español. Es un blog establecido entre varias fronteras. Vive entre:
– arte y publicidad
– español, inglés y spanglish
– escritura y creación visual
– reseñas y enlaces
– frivolidad y profesionalismo
Lo que me gusta es la forma de tratar temas sin importancia de una manera muy seria, la gran dedicación para entender una cosa de pacotilla. El blog no pertenece a un país o a una cultura, es el blog de las metrópolis. Vida moderna: trabajo, deseo, diseño. Mucha apariencia. Existe una sola ley: el Digital Millenium Copyright Act (DMCA), la ley que hizo Clinton sobre la digitalización del mundo real. La Petite Claudine pertenece al mundo de Clinton; le interesa el reflejo de la luz sobre las caras de los poderes (artísticos, comerciales, sexuales, etc.).
Un testblog hostil titulado «Censurando a La Petite Claudine» intentó demostrar que se trata de un sitio muy preocupado por el sexo y el contenido para adultos. No es cierto; es más bien una revista dedicada a la vida en un área moderna, que ofrece una vía de escape del aburrimiento, pero no pretende definir lo que sería la «philosophie dans le boudoir».
La Petite Claudine tiene sucursales en otros sitios: un blog de enlaces, en blogspot, fotos en flickr, wishlist de libros en Amazon. Obviamente, unas personas actúan en él de manera continua. Pero el blog no dice quiénes son. No existe el famoso “about”. Solo hay un enlace «contacto» que lleva a una ventana con una enigmática dirección.
2. HIKIKOMORI
En este caso tengo una sospecha. Supongo que el autor del blog es Alberto Olmos, un novelista que fue finalista del premier Herralde con A borde del naufragio. El autor firma Hikikomori, una palabra japonesa que significa: inhibición, reclusión, aislamiento. La palabra llegó a ser utilizada para hablar de los adolescentes solitarios que rehúsan abandonar la casa de sus padres, y aun más, los que no salen de su habitación durante semanas o meses.
El blog de Hikikomori es hospedado en el sitio de la coctelera. No ofrece dato suyo. Hikikomori no tiene amigos. Tampoco vive en un lugar sino en Tokyo-Bangkok-Londres-Madrid-Chamberí. Un enlace, «Sobre mí», viene por encima de una doble fotografía del autor: un joven con una gorra al lado de un espejo. No se sabe cuál es el personaje y cuál es el espejo donde vemos la fotografía. Si se cliquea el enlace «Sobre mí» hay un e-mail vacío. Hikikomori nos dice: soy la persona a la que usted sueña escribir.
Ya todos me han entendido: lo único que tiene el blog es una escritura fenomenal. Hikikomori es un gran escritor, de los que saben cómo crear tensión en un texto, aunque no diga nada. Tensión de la esperanza, tensión del vacío, tensión del quizás. Sus textos son pequeños relatos (falláramos, grupo salvaje, etc.) que nos hacen esperar. No hay muchos textos, son largos, no son cómodos, hay que imprimirlos para leer y comprobar lo que se adivina en la pantalla: es una delicia.