Basilio Baltasar
Ningún mensaje cae en saco roto.
A veces sorprende la vivacidad del corresponsal. Otras nos confunde verlo saltar por encima de nuestra cabeza. Tan ágil.
Es imprevisible y sólo a veces disparatado. Su juicio es desconsiderado pues no siempre se le tiene en cuenta como es debido.
Algunos, a cambio, se sienten queridos. Y éstos colman la mesura, nos complacen.
Los hay que aborrecen ver a lo actual invadir su intimidad. ¡Nada de política!, dicen. Detestan la jerga del mundo. No les falta razón.
Quizá el blog sea un cierto modo de hablar. Un estilo, una postura del intelecto. No es académica, ni periodística, ni literaria en sentido estricto. (Yo, sin embargo, insistiré: la vida privada es un acto de inteligencia política cuando se hace visible).
La conversación universal que convoca el blog requiere ensayos fallidos. Al fin y al cabo es la primera vez que esto ocurre. Ahora bien, en ningún caso nos libraremos de manejar las leyes del lenguaje. El requisito, como siempre, es saber decir lo que uno quiera.
Lo contrario sería un abuso.
Daremos cuenta de todo ello.
@ Albert Pla. Sigue pendiente la disertación que le debo sobre Cristóbal Serra.
@ Dolag. Por las afinidades literarias que su fino olfato descubre. Y por la cita de Cernuda.
@ Enea. Por la incertidumbre que siembra su ironía.
@ Maleas. Por el limpiabotas con el que tan delicadamente conversa.
@ Chiqui. Por sus circunspectos consejos.
@ Amigo de Miguel Torga. Por sus reproches.
@Provoqueen. Por la seriedad con que se toma todo esto.