Jean-François Fogel
Por fin, tengo en mis manos Borges de Adolfo Bioy Casares. Casi 1.600 páginas en la edición española de Destino. Son más o menos 42 años recopilando los encuentros entre los dos escritores bonarenses. En realidad son siempre las mismas cuatro palabras que introduce el relato «como en casa Borges». Lo que viene después es digno de las muestras publicadas en Ñ: placer, puro placer de dos monstruos con clara adicción a la literatura.
El libro se va a quedar en la mesita al lado de mi cama más de un año. No puede ser de otra manera. Es un libro para picar. Ya voy picando en tres idiomas, pues se mezcla el castellano, el francés y el inglés al servicio de la maldade. Primeras muestras:
Bioy sobre el último poeta francés galardonado con el premio Nobel: «… Saint-John Perse dijo: j’exècre la lune. Mirándola: te imaginas qué imbécil. Negar la luna es negar la literatura: media poesía del mundo esta vinculada a la luna. Además, cómo se van a refutar las tres o cuatro cosas esenciales: la luna, el mundo, el cielo.»
Borges, hablando de bibliotecarios: «¿Qué intelectuales son esos? Son clasificadores, ubicacionistas.»
Borges sobre Virgilio: «La Eneida es muy linda. Tiene versos lindos. Lástima que tienda a la ópera, que sea un poco wagneriana, un poco d’annunziana. Es claro, como Virgilio escribía sobre algo que no sentía, exageraba, echaba las manos a los superlativos. El olor del infierno es inmundo. Cuando hay tormenta, las olas del mar llegan al cielo y dejan seco al fondo.»
Borges, en contra de su entorno más cercano: «Dolce hogar. Oxymoron.»
Bioy: «Rimbaud escribió el poema más inspirado, de mayor impulso (le bateau ivre), pero sus aciertos son momentáneos.»
Borges: «Es un momentáneo.»
Bioy: «Mallarmé también tiene poemas agradables.»
Borges: «Frecuentemente es ridículo.»
Borges describiendo el Papa: «ese alto funcionario.»