Jean-François Fogel
La semana pasada hablé de un trueque cubano: entrega de una computadora (o un computador, no hay un única manera de nombrar a esta máquina en el mundo hispanohablante) para conseguir la madera de una balsa y viajar por mar a Miami. Zoe Valdés, que es gran novelista, lo notó enseguida y puso en su blog la fotografía de la computadora. Me moría de la risa al ver en su documento un personaje que vive esta novela. Con la mano en la plancha en lugar de un ratón el hombre parece estar en la red y entonces ya, ya va navegando en la red.
Comenté el tema con varios amigos, discutiendo si se podía utilizar en una novela, hasta leer lo que para mí es una noticia casi filosófica, de las que obligan a entender nuestra época. Se trata de la noticia de la muerte de Iván Ríos, miembro del secretariado de las Farc a manos de su propio jefe de escolta, apodado "Rojas". El diario El Tiempo de Bogotá hizo una excelente cobertura periodística y se debe leer en detalle para enterarse de cómo Rojas se entregó a hombres del Batallón Ayacucho de Manizales (en el departamento de Caldas) con la mano derecha de Iván Ríos envuelta en un pedazo de tela camuflada y metida en una bolsa negra puesta en una cajita de icopor, llena de hielo y sellada con cinta transparente".
Es donde, a mi juicio, la noticia cobra una dimensión fenomenal. Claro, tal como lo dice El Tiempo, este asesinato constituye algo novedoso en las Farc, una traición que antes era de los paramilitares, pero lo que me interesa es esta mano derecha y el resto de la parafernalia traída por Rojas. Mató a su jefe por muchas razones pero no podía traer su cuerpo al ejército aunque era imprescindible la prueba de la muerte de Iván Ríos. En otros términos debía demostrar que su víctima era Iván Ríos y no otra persona.
Por eso, en el momento de entregarse a los soldados, Rojos tenía según El Tiempo cuatro "cosas" de Iván Ríos:
1. Su mano derecha
2. Su computadora portátil
3. Su cédula de ciudadanía
4. Su pasaporte
¿Qué es un hombre hoy en día?
1. Una identidad genética única y huellas dactilares (mano derecha)
2. Una memoria con capacidad para procesar información (computadora)
3. Un estado civil en su país (cédula)
4. La pertenencia a un estado reconocido al nivel internacional (pasaporte)
En las novelas de Alexandre Dumas, eran manchas y cicatrices en la piel, a veces una joya escondida en un vestido, que servían para establecer una identidad. Lo siento pero hay que reconocer la lucidez de Rojas: se terminó la época de Dumas. Hoy un hombre no se define por rasgos físicos sino por una acumulación de códigos (biológicos, informáticos o de referencia en una base de datos). Cada día será más difícil sacar una novela de la vida de un bandolero.