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LOS SOLDADOS PERDIDOS

Por 23 de marzo de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Al leer las noticias sobre el “alto al fuego” de ETA no hay manera de escapar a una relectura de The secret agent (El agente secreto) de Conrad. Creo que no ha habido otro libro que haya llegado con tanta eficiencia al fondo del problema del terrorismo; es decir, a la pregunta sobre lo que es un terrorista y lo que pasa con su vida en caso de renunciar o tener que renunciar a su combate.

Escribe Conrad “The way of even the most justifiable revolutions is prepared by personal impulses disguised into creeds”. ¿Qué quiere decir? Que más allá de la creencia (en la libertad, la justicia, la independencia, etc.) hay una dinámica de creencia que sostiene al terrorista en su acción. El profesor, que es un protagonista clave en la novela de Conrad, tiene “a final cause that absolved him from the sin of turning to destruction” (una causa final que lo absuelve del pecado de utilizar la destrucción). Aunque duele, hay que entender que la palabra precisa aquí es “fe”. Es la fe la que construye el absurdo atentado en la novela de Conrad: destrucción simbólica del reloj de Greenwich; entendamos: destrucción del tiempo que, lo sabemos todos, termina por ganar, siempre.

Un episodio como el que vive España obliga a una relectura de Conrad. Y si no lo hacemos por lo del País Vasco lo podemos hacer hoy también por Chile (donde se acaba de inculpar a soldados de la caravana de la muerte) o por Colombia (donde se recibe la noticia de la inculpación de comandantes de las FARC por narcotráfico en EE.UU.).

Como francés que conocí (era muy pequeño) la guerra de Argelia, mi encuentro con el tema fue en un discurso del General de Gaulle. Se había terminado la guerra. El acceso de Argelia a la independencia no se podía negar y seguían los atentados de militares o ex militares. Entonces De Gaulle dio un discurso frente a los oficiales del ejército francés en Estrasburgo, en el este del país. Fuera de la obediencia, explicó, solo hay “soldados perdidos”. Me acuerdo, eran “soldados perdidos” estos militares franceses que poco a poco pasaron del terrorismo político al terrorismo de la desilusión y por fin a la mera participación en la actividad de un hampa sin cambiar su discurso.

Cuando los soldados de una causa son despistados por los cambios de la historia y de la sociedad, van por el camino de la delincuencia y del crimen pero –porque todos son comos los héroes de Conrad– mantienen el discurso de la fe. Nadie quiere reconocer que se encuentra en la situación que describe García Márquez en Cien años de soledad: peleando “por algo que no significa nada para nadie” De ser de otra manera solo quedaría el camino del suicidio. Entonces, sobran los casos de autojustificación; el último que recuerdo como un discurso total es Mi confesión, Carlos Castaño revela sus secretos, que publicó Mauricio Aranguren Molina en la editorial Oveja Negra de Bogotá. Muerte, narcotráfico, deseo de venganza por la muerte de un hermano, se mezclaban con ideales de libertad y de procesos políticos en la fenomenal visión de un paramilitar perdido en una dinámica de violencia siempre justificada.

Lo más difícil, si sale lo de la paz en el País Vasco, será ubicar en una vida de verdad a estos soldados perdidos de ETA que todos hemos encontrado en México, Cuba o Venezuela y que hablaban de su fe en una causa para justificar el dolor de su destierro.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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