Jean-François Fogel
Ya hice un post sobre el tema pero tengo que repetirme: lo que pasa en Francia es fuera de lo común: la publicación de Les bienveillantes, de Jonathan Littell, consigue un éxito fuera de cualquier norma. El libro cuenta con 912 páginas, pesa 1,15 kilos, cuesta 25 euros y se vende como pan caliente. 170.000 ejemplares impresos en un mes. Se puede pensar que ya se vendieron más de 150.000.
Respetando el viejo principio de “Al que sube, ¡abajo!” circulan todo tipo de rumores para descalificar al autor y/o a su obra. El crítico Pierre Assouline hizo una recopilación en su blog en el sitio de Le Monde. Se denuncia un éxito que se debe más al marketing que a la calidad del libro, más al papá del autor que a su propio autor y, estupidez suprema, que niega la realidad de las matanzas cometidas por los nazis.
El libro es todo el contrario: son las memorias muy precisas, sumamente documentadas, de un profesional de aquellas matanzas. Jonathan Littell es hijo de Robert Littell, autor de novelas de espionaje, cuyos libros se venden también como pan caliente, pero no se trata de la misma panadería. Para nada. El libro del hijo es un gran libro. No se puede en un post pronunciarse de manera definitiva. Por eso, me limito a decir tres cosas:
1. Hay un dominio fenomenal de una documentación histórica muy amplia. No se siente la información pero ahí está, como los cimientos de un gran edificio.
2. Es una gran novela histórica, pero no tiene la dosis de filosofía, la visión de la condición humana que podemos encontrar en Grossman, Tolstoi o Solzhenitsyn. Un gringo afrancesado no alcanza a los grandes novelistas rusos cuando se trata de la guerra y la muerte.
3. Noté un defecto: todos los alemanes hablan de la misma manera en el libro: Himmler, Hitler, el amigo del narrador o niños indoctrinados por el nazismo. Al contrario, los personajes franceses (incluyendo los escritores Brasillach o Rebatet, son muy creíbles).
Jonathan Littell estimula los rumores al rechazar aparecer en televisión. Su ausencia en las imágenes le da un toque de misterio. Lo escuché en una entrevista por radio. Su visión de la historia de Francia es la de una guerra civil escondida que va desde el “caso Dreyfus” hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ve dos bandos en la guerra: la derecha y la izquierda. Creo que se equivoca y que la guerra, que abarca desde la creación de la tercera República (1871) hasta la guerra de Argelia (1962), es una lucha asimétrica entre los adversarios de la democracia y la mayoría del país, favorable a la democracia. El narrador de Littell no se plantea el problema de la democracia. Es un servidor confiable de un sistema de poder totalitario. Sueña con el nazismo pero vuelve a Francia y sigue viviendo en Francia. Muy cómodo.