Jean-François Fogel
Cada país tiene su pesadilla. En el caso de los franceses, que tantas guerras tuvieron con los alemanes, es un error creer que su obsesión es mirar hacia el este con hostilidad. Los alemanes son los enemigos de siempre, pero el blanco del odio sigue siendo "les anglais" (los ingleses) detrás de la Mancha. Ya se sabe que un preservativo en Francia se dice capote anglaise y en Inglaterra french letter. Inglaterra y Francia no son países vecinos sino vecinos apartados por la Historia, los perjuicios y una relación continua e incómoda. Con el precio relativamente bajo de la vivienda en Francia, los ingleses empezaron a comprar casas hace ya más de 20 años y tenemos que aguantar las consecuencias literarias: unos libros de "testimonios" denunciados hoy en un blog del sitio del diario inglés The Guardian. Todo lo que se dice, incluyendo la acumulación de títulos extraños: C’est la folie, La vie en rose, An englishman in la campagne, es cierto. Sí, existen estos libros.
La verdad es que se trata de una literatura clasista (adjetivo que hace una clara referencia a la lucha de clases): memorias de propietarios hablando de la vida de los indígenas alrededor de su finca. Ni un etnólogo se atrevería a escribir como lo hizo Peter Mayle en A year in Provence (en castellano está e ediciones Omega, en Madrid). Fue el principio de un caudal de estereotipos de mal gusto alimentando libros vergonzantes. Hasta uno que se llamaba A year in the merde (prefiero prescindir de la traducción) y otro que ofrecía nada menos que 50 razones para odiar a los franceses.
Hay un problema, claro, entre los franceses y los ingleses. Fue el tema de una pregunta en el sitio de Yahoo pero no veo un alimento literario. Me parece más bien que es mejor limitarse a leer Anglomanía (Anagrama), un excelente libro del holandés Ian Buruma sobre la fascinación de Europa con Inglaterra. Explica una cosa sencilla: todo empezó con Voltaire. El filósofo francés fue un anglófilo y desde entonces, a pesar de lo que dicen los estereotipos, se mantiene en Francia el interés por el corte inglés. Detrás del odio hay una mutua fascinación de uno por el otro.