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LECTURA ATRASADA

Por 4 de septiembre de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Todo lector tiene su prejuicio. Conozco el mío: creo lo que se publica en The New York Review of Books. Esta revista me lleva a leer los libros más extraños: historia del desciframiento de los cables diplomáticos en el siglo XX, recopilación de cartas entre oscuros poetas, ensayo sobre el papel de los pigmentos importados de Asia en la pintura del cuatrocento italiano. La lista es amplia, como lo es mi reconocimiento hacia una revista que me es imprescindible desde hace ya más de veinte años.

La larga reseña de Sefarad, de Antonio Muñoz Molina (no hay lectura en línea, casi todo es de suscripción) en el número fechado 25 de mayo de 2006, no podía provocar otro efecto que mi culpabilidad. Nunca había leído a Muñoz Molina. Otro prejuicio, supongo, pero superado este fin de semana con una lectura atrasa de Sefarad, “una novela de novelas” como dice su autor. La semblanza con W. G. Sebald, el autor alemán que tiene mucho de inglés, es obvia. Igual lentitud. Igual recorrido de un relato que no se construye con relación a una cronología definida pero que camina y ofrece, a veces, aceleraciones insospechadas. Igual voluntad de acercar elementos sin vincularlos por completo, dejando al lector la oportunidad de hacerlo. Igual manera de utilizar un “acabo de acordarme de que…”, “no necesité irme muy lejos para que…”. El novelista es más un escultor del tiempo y del espacio que un hablador, aunque se dedica a entregar historias.

Daniel Mendelsohn, que firma la reseña, es una figura establecida de la revista neoyorkina. Concluye con una observación sobre el autor que se parece a un coronamiento: “…hizo lo necesario para que la palabra “exilio” sea la última y demoledora palabra de una obra que, creo, es de un maestro”. Puse “exilio” pues es la palabra “exile” que figura en la traducción al inglés. Pero en el libro de Muñoz Molina que acabo de leer, la última palabra es “destierro”, para nada igual. Muchos personajes van para el exilio, por culpa del nazismo y del estalinismo, pero casi todos, incluyendo los inmigrantes que van a Madrid por falta de trabajo y el propio narrador, pierden su ser íntimo al apartarse de su tierra. Son desterrados.

El largo y lento movimiento del libro que va de España a Nueva York, construyendo una arquitectura dedicada a abarcar toda la historia de los destierros desde la salida de los judíos del reino en 1492 hasta las persecuciones del siglo XX, es una hazaña. El libro no me gustó tanto al apoyarse de manera repetida en los momentos claves en un recurso clásico: tutear al lector para involucrarle. Pero no puedo negar la amplitud de una obra que mezcla los recuerdos de viajes de promoción de un autor contemporáneo con episodios de la Historia sin salir nunca de un camino único, recorrido con gran dominio del oficio. Es una novela sofisticada, indirecta (tiene más recuerdos que vida contada. Su análisis supone un trabajo hondo, largo y de nunca acabar.

No voy a participar en el concurso de hermenéutica que permite esta obra. Pero tampoco voy a negar mi desconcierto: Sefarad tiene algo de exógeno, importado a  la cultura española. Lo que escribo no es crítica, mera observación; me acuerdo de mi primera lectura de Juan Carlos Onetti: era obvio que su escritura producía con el castellano algo directo, despojado de retórica e inédito en esta época.

Ahora bien: acabo de descubrir que Muñoz Molina publica Viento de la Luna, una novela que evoca el desembarco del hombre sobre la luna. Quedo nuevamente atrasado en mi lectura de un autor que ya está en la luna. Un atraso de 384.402 kilómetros para ser exacto.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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