Jean-François Fogel
Un blog de este martes en el sitio del diario inglés The Guardian hablaba de la imposibilidad de encontrar la gran novela británica. El concepto, claro, es una referencia a la Great American Novel, que es la obsesión de los escritores norteamericanos desde Fenimore Cooper. Según el autor del blog, Miles Johnson, para crear la gran novela británica hace falta "la mitología fundadora y la identidad nacional coherente" que se pueden traducir en una novela.
Lo apasionante no es leer el blog sino la suma de reacciones que provocó la hipótesis de una novela que capturara la esencia de las islas británicas. Según muchos de los lectores, la península es tan rica y tiene una historia tan larga que no cabe dentro de una novela. Al contrario, según estas mismas reacciones, de EE. UU., que se puede resumir en la novela de la conquista del espacio, del crecimiento de la metrópolis, de la emergencia de la modernidad, etc.
Un comentarista que se esconde bajo el seudónimo de rooftoprejoicer opina que el concepto de la gran novela americana, que tanto moviliza a los escritores norteamericanos, "sale de la necesidad de los escritores americanos de encontrar su propia voz y de diferenciarse de la producción que venía de Inglaterra". Es una visión que da mucho qué pensar si recordamos lo que fue el principio del boom latinoamericano y cómo la creencia en una identidad propia y el valor de lo que se hacía en las Américas salió a la luz con la entrega del premio Biblioteca Breve a Vargas Llosa, en 1963, por La ciudad y los perros. El galardón fue un alivio para un continente que no sabía cómo quitarse de encima la gran novela del mundo hispano-ibérico: El Quijote, obra total, que ofrece inagotables lecturas siglos después de su publicación.
La pregunta es: ¿existe ahora algo similar a la Great American Novel en América Latina? La celebración del cuarenta aniversario de Cien años de soledad hace pensar que la respuesta es positiva y que Gabo es esta respuesta. Hace poco leí en inglés un análisis de su novela que le atribuye nada menos que la lectura del código genético de la civilización hispanohablante.
Al final, me parece que las referencias a maestros son más claras en el mundo del castellano que en el mundo del inglés. No existe la gran novela de Inglaterra, pero no hay duda sobre la de España. Y cruzando el Atlántico, me parece que es igual: no hay manera de encontrar la gran novela en el Norte (mi apuesta sería una obra de Twain pero hay otras opciones), al contrario de lo que hizo Gabo (aunque reconozco también que hay otras opciones).