Jean-François Fogel
Arcadia, el mensual cultural creado por la revista Semana en Colombia, no dudó en hacer su portada con la fotografía de Christopher Hitchens y dos palabras: «El contradictor». El escritor, crítico y pensador inglés radicado en Washington vino al Hay Festival de Cartagena para asumir el papel de enfant terrible de las Américas. Gran defensor de la intervención americana en Irak, traidor de muchos amigos que escribieron con él en The New Statesman, en el Reino Unido, Hitchens se estableció en la derecha conservadora a través de un itinerario intelectual lleno de polémicas. Un retrato suyo, publicado hace poco por el semanal The New Yorker acabó de establecerle en una posición de aislamiento creciente y productivo (basta ver un sitio que propone una mera muestra de su producción, para comprobarlo). Hitchens es una persona que se ve, se dice, se quiere aparte de los otros. Y denuncia a todos los otros.
Sentado en un sofá, bajo los almendros del Claustro de Santo Domingo, con un vaso de whisky, cigarrillos y el calor del trópico ampliado por la luz del escenario, ha dado una entrevista pública sorprendente y de buena calidad. Habló muy poco de política y mucho de Dios, de los creyentes, de las religiones. En la política, machacó a Hillary Clinton, para no perder sus buenas maneras, antes de hablar -para cambiar- de «personas moralmente normales». Esas personas parecen ser la derecha republicana donde Hitchens se mueve mucho. Descripción de aquella población en tres palabras: «colapso moral completo». Los republicanos, dijo, no saben qué hacer. Y, como tantas personas están de acuerdo, lo mejor que habría podido hacer Bush era mandar (como commissioner) en el baseball norteamericano.
Sobre Dios, los creyentes y la religión: Hitchens está en contra de todos, claro, pero con una voluntad de definir de manera racional las bases del agnosticismo. Todo su discurso fue muy conforme con el título de su último libro, God is not great (Dios no es grande), dedicado a denunciar el efecto negativo de la fe sobre la convivencia entre los hombres. «Nuestra civilización, dijo, tiene que ser defendida frente a los fundamentalismos».
No voy a negarlo: Hitchens me decepcionó, pues esperaba a un payaso político y vi a un filósofo de la fe citando a Spinoza, desafiando a Nietzsche a demostrar la vida de Dios previa a su muerte y sudando en la noche caribeña.
Cinco muestras de mi libreta de apuntes:
Aspiración en la juventud: «Ser escritor era lo único que quería hacer; entonces leer era una pérdida de tiempo».
Su mudanza a EE. UU.: «Era ineludible, por mi deseo de ser escritor. EE. UU. es el tema que ofrece la máxima riqueza al generar mucha Historia. En realidad, allí producen más Historia de lo que pueden consumir a nivel local».
Lo que escribe: «Es ficción por una parte y periodismo por otra, ya que es a la vez polémica e investigación».
Los creyentes en la génesis: «Hay que tener mucha arrogancia para decir que el hombre fue creado a imagen de Dios cuando la evolución nos dice que se trata de un primo del mono».
La denuncia de una presencia divina en nuestro mundo: «el cosmos no está arreglado para implementar las profecías de seres humanos».