Jean-François Fogel
Hay una amarga ironía en la noticia del fallecimiento en un hospital de La Habana de Gustavo Arcos Bergnes, Presidente del Comité Cubano pro Derechos Humanos (CCPDH). A sus 79 años, Gustavo Arcos tenía la misma edad que otra persona cuya salud se sigue de muy cerca: Fidel Castro Ruz. Mientras uno desaparece en un casi silencio de la prensa, el otro se recupera de una visita al quirófano con un frenesí de especulaciones que roza la irresponsabilidad periodística.
Ahora bien, un poco de historia cubana para entender quien desapareció. Todo empieza por un fracaso. En el asalto muy mal concebido al cartel Moncada, el 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba, hay tres grupos que actúan bajo los ordenes de tres jefes: Abel Santamaría, Raúl Castro y Fidel Castro. El último grupo, que debía entrar al cuartel a través del puesto n°3, no consiguió su objetivo al ser descubierto de manera anticipada. Al lado de Fidel Castro, en el mismo carro, estaba Gustavo Arcos Bergnes. Hijo de una familia acomodada, vinculado al partido ortodoxo, había conocido a Fidel en la universidad. Compartió su lucha hasta la toma del poder. Era apodado “Ulises” y tan héroe como los que ocupan el poder desde caso medio siglo en La Habana. Herido en el asalto al cuartel, “Ulises” no podía plegar una de sus piernas y no fue a combatir en la sierra Maestra dedicándose a una enorme actividad de soporte de la guerrilla desde el frente urbano.
Pero de verdad, la historia de Gustavo Arcos empieza en 1953 e incluye una triple historia o más bien tres episodios de cárcel :
1. Cárcel en el régimen de Batista, como los otros miembros del incipiente movimiento castrista después del asalto al cuartel Moncada. Sale en 1955, gracias a la misma amnistía que soltó los hermanos Castro y todos los asaltantes a la calle.
2. Cárcel de 1964 a 1969 por “actos contra la seguridad del Estado” y “asociarse con elementos contrarrevolucionarios”. En realidad Gustavo Arcos fue condenado por renunciar a su cargo de embajador en Bélgica al discrepar con la orientación marxista del régimen cubano. Consiguió su salida de la cárcel gracias a una huelga de hambre.
3. Cárcel otra vez, de 1981 a 1988, por “intento de salida ilegal del país” después de no recibir un permiso oficial para emigrar.
La tercera estancia en la cárcel fue la buena, la que hizo entrar Gustavo Arcos al panteón de la resistencia. Encontró a Ricardo Bofia, otro detenido, en 1983 y con él creó el CCPDH que fue la primera organización real de la disidencia.
Visitando la isla, el ex-presidente Jimmy Carter fue a la casa de Gustavo Arcos tal como lo hacían los periodistas y políticos extranjeros que querían reconocer la existencia de una sociedad civil en Cuba. Gustavo Arcos era el decano de la disidencia, una figura noble, con una postura de príncipe incluido en los actos de repudio cuando una turbe gritaba y tiraba piedras frente a su casa. Por la noche, estos cubanos que le gritaban de todo y, por supuesto, lo tachaban de contrarrevolucionario, venían a pedir disculpa, explicando que tenían que hacerlo para no tener problemas. Gustavo Arcos no tenía que hacer lo que hizo, pero lo hizo y tuvo muchos problemas.
Un hombre valiente estaba enfermo en estos últimos días en La Habana y nadie lo sabía.