Jean-François Fogel
Hay que aprovechar el acceso (limitado en el tiempo) a un artículo en el sitio del Wall Street Journal sobre escritores franceses. Un artículo idéntico se encuentra en el sitio del diario inglés The Guardian traducido del diario francés Le Monde donde ya no se puede leer en línea. Ambos artículos cuentan la misma cosa: existe una abundancia de novelistas no-franceses que publican libros en francés. Florence Noiville, autora del artículo de Le Monde, daba como muestra la lista siguiente Héctor Bianciotti y Silvia Baron Supervielle (Argentina), Eduardo Manet (Cuba), Vassilis Alexakis (Grecia), Brina Svit (Eslovenia), Andrei Makine (Rusia), Anne Weber (Alemania), Aki Shimazaki (Japón), Bjorn Larsson (Suecia) and Ying Chen (China).
Atiq Rahimi, un afgano, consiguió el último premio Goncourt dándole una visibilidad fuerte al fenómeno. Pero la verdad es que no hay nada nuevo. Andrei Makine, nacido en Siberia, consiguió el Goncourt ya en 1995. Lo importante es saber si dentro de esta tropa de inmigrantes de las letras de un tamaño inusitado hay grandes autores. La verdad es que, sin pedir un Thomas Beckett, no se ven artistas de primer rango. Un caso aparte: la vietnamita Anna Moi que es fenomenal. Pero la hazaña de escribir en otro idioma se paga a veces a un precio muy alto: basta medir la pérdida de potencia de Milán Kundera desde que escribe directamente en francés.
El territorio del escritor es su idioma, decía Joseph Brodksy después de conseguir el salto del ruso al inglés. Uno tiene la sensación, al leer estos autores, que todavía no han llegado a su nuevo territorio.