Jean-François Fogel
Odio el concepto de «portable», palabra inglesa referida a lo que se puede llevar cómodamente. El «portable Faulkner» o el «portable Hemingway», aquellos libros cocinados con extractos para traer un poco de todo sobre el mundo ficticio del maestro de Oxford, Mississippi, o sobre las invenciones literarias de «Papa», al final no entregan nada a su lector. Un «portable» es la visita apresurada de la casa construida por un autor, mirando el dormitorio desde afuera, sin entrar al sótano o al ático y sin abrir los armarios. Vemos la casa, sí; pero no más que cualquier mozo trayendo las compras del cibermercado.
Entonces al descubrir La otra realidad de Tomás Eloy Martínez (publicado por el Fondo de Cultura Económica en Argentina) mi primera reacción fue de rabia: otro «portable». A mí nadie me engaña con la palabra «antología» sobre una tapa. Este libro era el «portable» de Tomás Eloy Martínez. Y el mundo hispanohablante no necesita «portables». Así que me demoré meses antes de abrirlo. No hay duda, «portable» lo es, pero es uno necesario. Mejor dicho, se trata de un claro caso de sinergia: el conjunto del libro es algo más que la suma de sus partes.
Una profesora, Cristine Mattos, es responsable de la selección de los textos. En su prólogo destaca de Tomás Eloy Martínez «la imprecisión de los límites entre su ficción y la historia» y el libro lo demuestra de manera estupenda. Tomás Eloy Martínez es a la vez periodista y novelista. No es a veces uno y a veces otro. Santa Evita y La novela de Perón son muy buenas novelas. La primera tuvo una acogida fuerte en Francia. Pero ambas me parecían novelas históricas de una gran habilidad, un producto apartado de lo que es la otra actividad de este hombre al que encuentro de vez en cuando en la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
¡Que error! La otra realidad muestra cómo el grano de la escritura no cambia entre las novelas y los artículos, pues tenemos aquí a un autor que capta de manera espontánea la dimensión novelística de la vida. Es algo mucho más honesto y sincero que lo que hizo Mailer en su época, cuando creó el concepto de la faction, mezcla de facts (hechos) y de fiction (ficción). Desconocía el texto sobre Mailer titulado Autobiografía de un perdedor que es, para mí, la victoria por KO de Tomás Eloy Martínez sobre Norman Mailer. A pesar de multiplicar los libros, el escritor norteamericano nunca recuperó «el reino perdido de la literatura» y su verdugo argentino lo demuestra muy bien.
La otra realidad reproduce un texto luminoso: «Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI». Es muy conocido y se encuentra en la biblioteca en línea de la fundación. En cambio, no se encuentra otro texto muy comprometido sobre la literatura argentina, El canon argentino, que se publicó hace diez años. Tomás Eloy Martínez entrega sus favoritos después de la generación de los Borges, Bioy Casares, Cortázar y Puig. Son: Juan Gelman, Néstor Perlongher, Enrique Molina, Olga Orozco, Juan José Saer, Amelia Biagioni, Rodolfo Walsh, Osvaldo Soriano, Ricardo Piglia, Juan Martini, Tununa Mercado, Andrés Rivera, Eduardo Belgrano Rawson, Héctor Tizón. La omisión no importa tanto: aquí estamos en el territorio de la literatura y Tomás Eloy Martínez es un bandolero que actúa en la frontera de la literatura y el periodismo. «Todo hombre, escribe, está en perpetuo estado de viaje». Ahora sabemos por dónde camina él: por la trocha del contador de la otra realidad.