Jean-François Fogel
Vivimos el mejor momento para leer El alba, la tarde o la noche (Anagrama) de Yasmina Reza. Esta traducción al español viene con retraso, pues se trata del retrato de Nicolas Sarkozy durante la campaña para la elección presidencial en Francia en el primer semestre del año 2007. Yasmina Reza es la autora de teatro que más éxito, quizás, tiene a lo largo del mundo. Sus obras se estrenan siempre en los teatros de Londres, Nueva York y París. En este caso ha producido un libro sumamente corto, sin arquitectura obvia, una libreta de apuntes sobre un hombre que se agota en la búsqueda de algo que ya no le apetece.
"Es extraño, escribe Reza, querer a cualquier precio, al precio de las más grandes renuncias, algo que ya no emociona y que has dejado de amar. Abandonado por las formas vitales, queda el querer. El querer como residuo. Tan poderoso, no obstante". Lo que quería el candidato Sarkozy era el poder. Y lo extraño, tal como lo escribe Reza, es el malestar, el descontento incipiente del candidato: quiere algo que ya no le interesa, pues no soporta su entorno y parece incómodo con todos, aunque su tarea es seducir a un país entero. Reza ha tenido un acceso directo al candidato, a sus pensamientos, a reuniones muy cerradas donde se discutían el contenido de sus discursos, ha sido también testigo de entrevistas con socios, amigos y enemigos que a veces, en la política, son la misma persona. El libro, a mi parecer, no es un documento sobre una campaña sino una meditación sobre la esencia del hombre político, su necesaria egolatría, su ineludible actividad superficial, su dependencia de todos. Sarkozy no es grande ni tampoco miserable en este retrato; es un hombre que lo entrega todo en un juego terrible. Aquí viene la segunda frase clave del libro, la que explica la esencia inalcanzable del destino de los políticos como Sarkozy: "Juegan fuerte. Es lo que me conmueve, escribe Reza. Son a la vez el jugador y la apuesta. Se han puesto ellos mismos en el tapete. No se juegan la existencia, sino más grave, la idea que se han hecho de ella."
Claro que no se puede leer el libro ahora de la misma manera. En los sondeos, Sarkozy está por el suelo (36% de opiniones favorables). En este momento está más cerca de la noche que del alba y los periodistas lo machacan en redacciones que parecen a quirófanos. Los franceses apoyan los grandes rasgos de su política pero no soportan su persona, su manera de ser, su boda con Carla Bruni, su presencia persistente en todos los noticieros. Los franceses han descubierto que Reza tiene toda la razón: Sarkozy quería el poder pero sin amarlo. Y ahora, como presidente, vive meramente para confirmar lo que escribe Reza: un hombre político es el héroe de una tragedia antigua, finge tener una libertad de decisión pero tiene que someterse a su destino. Su existencia no vale nada frente a la necesidad de cumplir con la historia.