Jean-François Fogel
Los ingleses tienen una palabra para nombrar al libro digital: e-book (para electronic book). Después de pasar meses estudiando el tema me parece que lo más tramposo del libro digital es la existencia de un término. Al encontrar una palabra, uno espera un objeto, un soporte para el texto. Pero en este caso el término me hace pensar en lo que decían Deleuze y Guatarri (en su libro Le Rhyzome): "necesitamos las palabras equivocadas para nombrar cosas de manera precisa". La palabra que nombra al libro digital es una palabra acertada, precisa, pero el libro digital no es una cosa, más bien todas las cosas posibles: teléfonos, consola de juegos, computadora, agenda digital, etc.
En los últimos días he comentado en este blog mi trabajo dentro del comité que tenía que hacer recomendaciones al gobierno francés para implementar el libro digital en Francia. Ahora, voy a decir lo que opino. Es tanto una intuición como una síntesis de los hechos. Creo que el libro digital ya está entre nosotros. Pero está en todas partes, en todos los géneros, en todas las pantallas. Al final no nos enteramos de la existencia del libro digital por la mera falta de una masa crítica en un sector.
Doy unos ejemplos que valen para varios países europeos:
– Los libros jurídicos (y aun más las revistas de jurisprudencia) son sitios en Internet.
– Guías de viaje o de gastronomía son contenidos accesibles desde un teléfono móvil.
– Los libros de recetas culinarias vienen tanto en la computadora como en consolas de juegos.
– Los diccionarios y enciclopedias son ficheros que se cargan en un disco duro o sitios de participación (Wikipedia).
– La poesía, con sus formatos cortos, viene en la pantalla de teléfonos
Al final, vemos una digitalización del texto sin aparición de un nuevo soporte. ¿Habrá un soporte, un aparato tan decisivo para la lectura como lo fue el I-pod para la escucha de música? Quizás. En este caso será algo como un I-touch, pero más grande, cómodo para la imagen, el texto, la música y sin lo que supone la carga de ser también un teléfono.
En la lucha de los sectores tradicionales de la cultura contra el e-book, todo vale, como un artículo muy cómico de The Prospect que intenta matar al kindle, el lector digital para libros de Amazon. Hoy faltaría un recuadro en la página de este artículo que haga una comparación entre el libro de papel y el Kindle. La idea sería comparar ambos dispositivo explicando que nada supera al libro de papel. Tengo todavía las preguntas del recuadro:
¿Cuál es la duración de vida de las baterías? Papel: para siempre; Kindle: una semana
¿Viene con colores en las páginas? Papel: sí; Kindle: no
¿Se puede escribir en las márgenes? Papel: sí; Kindle: no
¿Se puede utilizar en una isla desierta? Papel: sí; Kindle: no
¿Se puede utilizar durante el despliegue y aterrizare de un avión? Papel: sí; Kindle: no
¿Cuál es el peligro asociado con el uso? Papel: cortarse con una hoja; Kindle: electrocución
¿Se puede impresionar a sus amigos con su biblioteca? Papel: sí; Kindle: no
¿Se puede prestar a sus amigos? Papel: sí; Kindle: pueden comprar uno con 400 dólares
Mi opinión: no se necesita al Kindle para leer un texto digital.