Jean-François Fogel
El 25 de agosto de 1987, el escritor Héctor Abad Faciolince metió la mano en el bolsillo de su padre asesinado unos minutos antes en una calle de Medellín. Encontró un papel con un poema anónimo. Este hecho es el principio de uno, dos y tres artículos publicados por el diario El Espectador que tienen la intensidad de una novela policiaca y la gravedad del intento de un hijo en saber lo que preocupaba a su padre en el momento de su asesinato.
Hay poco más que decir: estoy en Bogotá, donde se acaba de cerrar el festival de la revista El Malpensante. Un festival fenomenal (comida, debates, libros, música, arte, etc.). Pero la verdad es que no se hablaba de otra cosa que de los artículos de Héctor Abad y de su historia que fue el acontecimiento mayor del evento. Una investigación para descubrir si el poema, un soneto, era o no era de Jorge Luis Borges. Al final el poema se transforma en cinco poemas y tengo poco más que escribir sino que estos tres artículos es lo más emocionante que he leído sobre la pasión literaria en los últimos años.