Jean-François Fogel
Estaba ayer entre unos 60 periodistas agrupados alrededor de Gabriel García Márquez celebrando sus 60 años de periodismo en Monterrey (México). Era una pequeña tertulia, una sobremesa después de un almuerzo, tal como lo cuenta Silvina Hegy en Clarín. El lead de su artículo es perfecto. Sí, la noticia en este diálogo fue saber a través del moderador, el venezolano Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual, de la entrega por Gabo de la plata del premio de literatura Rómulo Gallegos (100.000 dólares, lo que no era poco en 1970) al naciente Movimiento al Socialismo. El dinero fue utilizado para dar una vida breve a un diario, Punto, y aparentemente ni la esposa del escritor sabía del donativo.
Una aparición de Gabo (está de espaldas en mi fotografía) siempre es la misma danza de cámaras y de ejemplares para firmar. Pero en este caso, al escuchar el novelista y José Salgar que fue su jefe de redacción en El Espectador, era imposible ignorar que un mundo desaparece. Se ha roto el vínculo con el periodismo escrito que se hacía con tipografía de plomo en el taller. Se ha roto el vínculo con un mundo feliz. Monterrey, es el lugar donde cada año la Fundación para un nuevo periodismo iberoamericano (FNPI) entrega premios a los mejores trabajos periodísticos. Siempre es una fiesta y ahora, en los comentarios, en los corredores, es también una gran preocupación por la mala salud económica de la prensa. Se habla de periodismo y se sabe que el periodismo huele a crisis. Al escuchar dos veteranos era imposible olvidar que hay un antes y un después que se construye en el mundo digital.