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Vivir sin luz

Por 30 de diciembre de 2008 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

Luz y taquígrafos. Esa era frase de los liberales de antaño. Se nos quedaba muy antigua. Siempre quisimos mucho más que luz y taquígrafos. La luz siempre nos acompañó, aunque la memoria infantil nos habla de algunos cortes de luz, que duraban poco pero que nos dejaban sumidos en una vida divertida, de velas y misterios durante algunos minutos. Y lo de los taquígrafos era poco más que una palabra unida a esas otras de algunas academias que anunciaban sus clases de "mecanografía y taquigrafía". En mi propia familia, en casa de unas tías, hubo una de esas más o menos legales "academias" de mecanografía. Todavía conservo alguna vieja máquina que parece sacada de una película de cine negro. La taquigrafía era una cosa rara, como de espías caseros.

Anoche volví a recordar los cortes de luz. Incluso el desconcierto de un corte más largo que los que recordaba de los tiempos de algunas tormentas de cuando fuimos niños.

Es posible que no llegara el corte de luz a treinta minutos, pero fueron todo un aviso de cómo podía ser un mundo sin luz eléctrica.

/upload/fotos/blogs_entradas/apuntes_de_polemologa_2_med.jpgFue en Tarifa, haciendo escala para el viaje a Tánger. Estaba en el hotel de agradable minimalismo, con las terribles noticias de Gaza en la televisión, que interrumpían la lectura del último libro de Rafael Sánchez Ferlosio, God and gun, que tanto tiene que ver con lo que está pasando en este bélico, absurdo e intolerable mundo tan cercano, aunque muchos crean tan ajeno. Se fue la luz. Se fue de toda la ciudad histórica de Tarifa. Todo fue misterioso. Todo extraño, antiguo e incomprensible. ¿Cómo estar sin luz? Sin poder, en libre traducción del inglés. Sin luz. Es decir sin poder usar el ordenador para que no se descargue. Ni el teléfono móvil. Sin ser capaces de leer a la luz de una única vela que conseguimos. Sin frigorífico, es decir sin hielos para el whisky. ¿Qué hacer después, si acaso, de hacer eso que se puede hacer sin luz?

La humanidad, la inmensa mayoría, vivió sin luz artificial hasta hace un siglo. Hoy, todavía y aquí cerca, hay muchos pueblos de Marruecos que no tienen luz eléctrica. Y si seguimos bajando por Afrecha la oscuridad va aumentando.

En unos minutos sin luz, ni taquígrafos, estuvimos en Tarifa con ese misterio de lo desconocido, pensando en esas formas de vida que no conocimos. Pensando en que algunos de los mejores artistas, escritores y pensadores nunca conocieron la luz eléctrica que nos da o quita poder. Volvió la luz. Volvieron las noticias de la guerra en Gaza. Un territorio sin luz. Pero sobre todo un territorio asediado.

Seguiré leyendo desde la luz de Tánger.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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