Javier Rioyo
Me parece insólito que haya lúcidos resistentes como Francisco Ayala, casi 103 años de vida inteligente. Todavía capaz de disfrutar de amigos, lecturas, comidas y bebidas. Otro milagro cercano Manuel de Oliveira, el veterano director portugués, el último superviviente en activo que dirigió con el cine mudo y lo sigue haciendo en tiempos de crisis. Oliveira acaba de cambiar de productor -el mítico portugués/ parisino Paolo Branco- porque tiene que pensar en su futuro, dentro de un mes cumple cien años.
Ayer, 9 de Octubre, fue el aniversario de un poeta, el día de "San Cervantes", el mismo día que murió Jacques Brel -dos que nunca morirán en nuestros sentimientos- también en ese día hace 99 años nació uno de los poetas vivos que, desde el año 1929 hasta hace un rato, no ha parado de crecer humana y poéticamente, José Antonio Muñoz Rojas. Joven compañero de la generación del 27, cercano a la generación del 36, solo o en compañía de pocos, siguió haciendo desde el campo, desde la ciudad, desde el sur o desde el norte inglés su poesía clara, diáfana, precisa, lejana del mundanal ruido y esencial que le hace, desde hace ya muchas décadas, ser considerado un "clásico moderno". Casi centenario. Un poco más joven que el "techo" de los poetas en activo españoles, Victoriano Crémer; que continúa "Crémer contra Crémer", demostrando seguir agudo, irónico y curioso después de sus primeros 100 años.
Me acaba de llegar la obra completa, en verso, de José Antonio Muñoz Rojas. Una hermosa edición de Pre-Textos. Tapa dura, formato de bolsillo y algo más de 300 páginas para pasear por los poemas, por la vida, de uno de nuestros mejores poetas vivos. Un regalo de un hombre, de un poeta que sigue jugando con las palabras.
"Amarrado a qué estoy sino a mí mismo,
A veces, dulce amarra, me sostiene
el beso o la caricia y es mi vida
aunque se llame amarra y lo parezca"
Poemas de hace muy pocos años, poemas de vida vivida que dice irse despidiendo. Que lo haga, si quiere, pero lentamente. Dejándonos poemas como éstos.
"Y así entre la invención y el sentimiento
sin saber dónde el uno acaba y empieza el otro,
que no todo es puro juego, sino algo
que te duele o consuela,
y así, entre inventar y sentir
se va la vida sin sentirla"