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UN PURGATORIO COMO BURGOS

Por 4 de enero de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

¿A dónde el Purgatorio, tú que has estado? Eso se me ocurriría preguntarle a Dante. Pero él ya lo contó, ya lo escribió. Muchos piensan que el Purgatorio, a no ser por la obra de Dante, ya habría desaparecido. Que ya no tiene crédito ni entre los fieles, ni entre los infieles. Ni siquiera entre los burócratas del Vaticano. Casi nadie tiene fe en el Purgatorio. Pero su espacio, su lugar entre bueno y malo, entre el horror y la esperanza, se mantiene vivo gracias a la literatura. Gracias a Dante. Yo de vez en cuando viajo a ese lugar del Dante. Lo hago con mi tomo de la Divina Comedia, en esa edición que ilustró Miquel Barceló, traducida y anotada por Ángel Crespo. Una edición como para regalarse, es del año pasado, o del anterior, pero cualquier rey más o menos mago merece la pena. Abro el Purgatorio, y no puedo evitar una suerte de desazón, de agobio de difícil definición: “La barca de mi ingenio, por mejores/ aguas surcar, sus velas iza ahora/ y deja tras de sí mar de dolores; / y cantaré a la tierra purgadora/ del alma humana, que hacia el cielo es vía/ de la que se hace de él merecedora…”

Ay!, el Purgatorio. Ahora he vuelto a otro purgatorio. Uno que se parece a la ciudad de Burgos en los primeros momentos de la Guerra Civil. El camino al Purgatorio ya estaba anunciado en la primera novela de esta trilogía de Oscar Esquivias. Ya hablé de él, de esa novela en que el paraíso es Burgos en los días veraniegos y tranquilos inmediatamente anteriores al 18 de Julio de 1936. Ya se sabía, leyendo aquella novela, que unos cuantos civiles, militares, aventureros y fugados se disponían a viajar al Purgatorio. Unos por escaparse de la guerra, otros por encontrar al fallecido General Sanjurjo y otros por amor a la aventura. El purgatorio ha llegado con su segundo tomo, La ciudad del Gran Rey, un viaje realmente dantesco, también disparatado, a ese lugar del Purgatorio donde todo se parece demasiado a un Burgos que ha dejado de ser un lugar tranquilo para pasar el verano… Lean a Esquivias aunque hayan leído a Dante. Su purgatorio es otra cosa, pero también reconocemos ese lugar al que no quisiéramos ir… Menos mal que es una mentira literaria. Qué inquietante el Purgatorio.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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