
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
No somos responsables de nuestros lectores, si acaso los tuviéramos. No lo somos ni los que escribimos "ligerezas" en periódicos o blogs, ni lo son los que se toman el oficio mucho más profesional y seriamente. El otro día pensaba en lo incontrolado y democrático que son los lectores. Lectores pueden ser quiénes quieran, incluso no hace falta leer muy bien. Ni haber leído. Mucho menos importa la "calidad" de lo leído. No lector puede ser cualquiera que lea aunque sea rudimentariamente. Y eso es un negocio importante para muchos editores, libreros y escritores.
Hay lectores de todo tipo, toda condición, cultura, incultura, estupidez, fanatismo, credulidad o escepticismo. Hay lectores reales, imaginarios, mediáticos, secretos, voluntarios, pertinaces, involuntarios y accidentales. Vicente Verdú, y su libro magnífico, lúcido y con muchos menos lectores de los que se merece, ha encontrado un lector que, seguramente, no esperaba. Su ensayo, "El capitalismo funeral"- publicado por Anagrama hace unos meses, y cada día más vigente- tiene uno de esos lectores que pueden hundir un país, un continente, una televisión, un periódico, una familia o un libro con sus intenciones omnívoras de poder, fama, publicidad y otras "virtudes" que le permitan mantenerse en el poder. Hablo del presidente Hugo Chavez. Ese político que habla, visita a Castro, cita la Biblia, canta en su televisión y domina parte del petróleo mundial. Su nueva- "vieja"- manera de entender América, las relaciones internacionales, la democracia, la cultura, la música, el socialismo o el capitalismo y la lectura le llevan a ser un comprador del libro de Verdú. El azar hizo que se tropezara con ese título que le pareció escrito para él. Hubo un tiempo que escritores españoles- no se excluye un Premio Nóbel- escribían al servicio de dictadores americanos.
Ojalá el libro de Verdú que de manera accidental cayó en sus manos sirva para encontrar un nuevo lector.
No espero nada bueno. Se que nunca es tarde pero recuerdo otros famosos lectores y la nula influencia que recibieron de sus supuestas lecturas. Soy un lector descreído aunque mantengo fe en la lectura. Si de verdad Chavez se toma en serio esa lectura le podría ocurrir lo mismo que a la reina inglesa en esa obra cautivadora e inteligente de Alan Bennet, "Una lectora poco común". En ella la lectura genera un cambio fundamental. Observaremos los cambios en tono, estilo y pensamiento de Chavez. Lo dudo.
Recuerdo las lecturas de José María Aznar. Entre sus poetas estaba Luis García Montero. Entre sus narradores Julio Llamazares. Y como escritor de cabecera citaba al imprescindible Josep Plá. ¿De qué sirvieron esas lecturas? ¿Los leyó de verdad? ¿Acaso se puede leer y no enterarse de nada?