
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Un placer solitario. Hay otros, pero sin duda el de ser lectores en soledad es de los más adictivos que conozco."la lectura de ficción es una droga; el lector de ficciones, un adicto". Ese es el arranque de un libro que ama esas soledades, que juega con esos solitarios que son los escritores. Un libro sobre escritores y lectores. Dos formas de la soledad, dos expresiones de la adicción. El libro es de Juan Gabriel Vásquez, ese escritor que sueña con encontrarse algún día, en ninguna parte, con Joseph Conrad. ¡Que buen amigo ese viajero que nos enseñó el mal, acompañado de la ilusión del viaje y del placer de la lectura.!
Este contemporáneo nuestro, después de alguna novela ejemplar, de relatos y una biografía de la que un día ya hablamos por esta barra, vuelve a compartir nuestras soledades de lectores y nos invita en "El arte de la distorsión"- así se llaman sus ensayos sobre lectura y lectores publicados por Alfaguara- a entender mejor a esos raros que escriben para procurarnos, de vez en cuando, un hechizo tan deseado.
A Javier Marías le gusta recordar esas razones por las que Stevenson justificaba su deseo de ser escritor, lo contaba en versos: "No digáis de mí que, débil, decliné/ los trabajos de mis mayores, y que huí del mar,/ de las torres que erigimos y las luces que encendimos,/ para jugar en casa, como un niño, con el papel". Dan ganas de ser ese niño, ese que juega con su papel, ese que inventa paisajes, personas, sentimientos, aventuras, navegaciones. Y que, además, lo hace sin dejar de jugar. Lo hace porque sigue jugando.
Como no podemos ser ese, intentemos ser ese lector que describe Philip Roth: "leo ficción para liberarme de mi perspectiva sofocantemente estrecha de lo que es la vida y para entrar en simpatía imaginativa con un punto de vista narrativo distinto del mío. Es la misma razón por la cual escribo"
Leer, como dice Vásquez, "para dejar esos lugares donde no hemos estado. Leemos para dejar nuestra atención y nuestra conciencia en manos de alguien que las llevará a buenos lugares, leemos para ser poseídos por la particular manera de conocer el mundo que es una ficción literaria"
No será verdad, pero me gusta leer esta verdad de las mentiras de Vásquez. Leerlo como si fuera ficción. Y de vez en cuando entender, y sentir que "eso sucede allí, en la soledad de la lectura, mientras el alférez hace una siesta".
Tengo la noche juguetona. Leeré hasta que me el sueño lo permita. Pero ni un segundo más.