Javier Rioyo
Más de una vez he citado uno de los poemas de Jaime Gil de Biedma que más quiero, y es un poeta del que quiero muchos poemas, se llama “Elegía y recuerdo de la canción francesa”, es de su libro Moralidades pero está en todas sus antologías. Se refiere e ese tiempo de posguerra en que Europa estaba en ruinas y en España la gente se apretaba en los cines porque no existía la calefacción y dice en su poema -que os aconsejo leer entero- dice cosas que me vinieron, otra vez, al recuerdo en la noche de la victoria de Sarkozi. Recordé aquello de “Y fue en aquél momento, justamente/ en aquellos momentos de miedo y esperanzas/-tan irreales, ay- que apareciste,/ o rosa de lo sórdido, manchada/ creación de los hombres, arisca, vil y bella/ canción francesa de mi juventud!/ Eras lo no esperado que se impone/ a la imaginación, porque así es la vida,/
Tú que cantabas la heroicidad canalla,/ el estallido de las rebeldías/ igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,/ la intensidad que aflige al corazón… Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos,/ aunque a veces nos guste una canción.”
Y nosotros, los de otro entonces, los que no escuchamos esas canciones francesas, los que las perseguimos después, en los tiempos en que Europa ya estaba reconstruida, televisada por eurovisión, en colores… pero es igual, algunas canciones tuvieron la capacidad de trasmitir las mismas, parecidas, emociones. Y esas canciones francesas de posguerra, aquellas de los tiempos de Jaime Gil de Biedma, nos asaltaron también a nosotros. Los de otros entonces.
Y la otra noche, ayer aunque me parezca tan lejano, con poca alegría, la verdad, recibí la noticia en directo y por televisión del triunfo de ese político tan poco simpático para mi manera de entender la política, Francia, Europa y el mundo. No me gusta que ganen los políticos que han sido, que son amigos de Aznar. No me gustan ni bebido. Ni con vino de la Ribera de Duero. Pero bueno, lo miraba, con suave desencanto, tampoco es mi problema cercano. Y, de repente, aquellas canciones francesas, aquellos cantantes que me parecieron lo peor de la canción francesa. Lo más convencional, lo más postizo. Esa olvidada, y olvidable, Mireille Mathieu, que tanto se paseaba por las televisiones del franquismo para hacernos creer que era la continuación de Edith Piaf…puaff…¡Qué cursi versión de Piaff! Todo parecía producto de un mal marketing, incluso cuando se puso a cantar “La marsellesa”, aquello parecía edulcorado, convencional, forzado y un toque hortera/ burgués. Algo parecido al mal gusto. Como ese otro cantante, también sacado del baúl de los olvidos, llamado Enrico Macías. Que ya creció soñando en que algún día sería millonario, por la vía de la lotería o así…Y el remate del rai entregado, pelotilla de Fardel. Como dice mi amigo Guillermo Altares en su crónica de El País de hoy, un poco estilo “Operación triunfo”… Sí eso, más operación, buscando en el baúl de los recuerdos… oh, oh,oh… Cualquier parecido con la canción francesa es casualidad.