
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
¿Qué se hace con alguien cómo él y su pandilla? Es suficiente eso de decir que saldrá por el sumidero de la historia, por la puerta de atrás y todas esas poco nobles salidas que le quedan a uno de los tipos más funestos que hemos tenido que soportar en nuestra vida.
No me gusta mucho Michael Moore. Pero me gusta su empeño porque Bush "y su pandilla de charlatanes y criminales" no se vayan de rositas de la Casa Blanca. Me gustaría que él, Cheney, Rumsfeld y el resto de la tropa fueran enjuiciados y, si es verdad la justicia, fueran condenados por sus guerras, sus mentiras, su vulneración de los derechos humanos y sus negocios fraudulentos.
Así uno confiaría un poco más en el futuro de la humanidad. Y en el país más poderoso del mundo. Y desde luego, coincido con Moore, tienen un pasado, una edad y una contumacia en sus desmanes, que serían presos sin posibilidad de rehabilitar. No me gustan las prisiones para nadie. Salvo excepciones. No me importaría ver a dirigentes cómo ellos en su propio Guantánamo.
No estarían solos. Hay otros muchos mandatarios políticos que se merecen un "guantánamo".
Hoy, sin ellos en el poder, somos un poco más libres. No es mucho pero al menos uno puede cantar "Guantanamera", algún rock de la tropa Obama y un poco de blues. No hay que olvidar la melancolía.