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Públicas pasiones

Por 5 de julio de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

 

 

Ultima semana de fútbol y España sigue viva. Nunca habíamos visto una cosa igual y no podemos decir que no nos importe. No pudimos contener nuestras emociones. No nos supimos mantener fríos ante el peligro de algunos paraguayos, los despistes de algunos españoles y ese árbitro- ¡Uno de los mejores de Guatemala!- que parecía un funcionario de los tiempos de bigotes y ventanillas. Gritamos, nos asustamos, emocionamos y dimos vivas. Menos mal que no teníamos una bandera constitucional, ¡hubiéramos sido capaces de salir al balcón como vulgares y baratos patriotas!

El fútbol nos coloca ante nuestras pasiones. Contradice nuestra razón. Y descoloca nuestros sentimientos. No pudimos seguir la estela de Ángel González, el que siempre sabía estar con su dignidad contra España en cualquier campo y cualquier circunstancia. No hemos estado a la altura de Ángel, tampoco en eso. Incluso queremos derrotar a la fortaleza alemana. Somos unos soñadores. No rezamos, pero creemos en algunos milagros. Somos inocentes como ángeles de Rilke que no tenían nada que ver con los de González.

Nos vamos a Ronda. Pero nos vamos con la pasión de esa cosa que se llama fútbol incorporada a nuestras pasiones más reconocidas.

Busco un poema, lo encuentro en "Litoral", es de otro ángel, de Ángeles Mora, porque nuestros ángeles sí tienen sexo. Y es capaz de unir los amores por el juego del cuero y la pasión por el toreo, por ese arte que nació en la plaza de Ronda: uno de los más emotivos lugares del mundo. El Maracaná de los que amamos el toreo.

 

"Se va mi sombra, pero yo me quedo:

 

Mientras muerda un estadio la pasión

y un defensa burlado muerda el césped

y eléctrico y fatal de nuevo huésped

eterno de otros pies corra un balón.

Mientras un siete por la banda ruede

y la pelota habite el graderío

y de agua milagrosa surja un río

que gargantas y piernas desenrede.

Mientras el área rompa un cruel regate,

el balón reconozca a un compañero,

el gol se cante, el mito de desate

y herido ante la red quede un portero…

aunque nada en el campo lo delate,

entre nosotros brindará un torero"

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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