Javier Rioyo
Volvemos a Juan de Mairena, nos colamos en su clase de Retórica y Poética, por ese libro tan vivo de sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo que publicó en 1936, un poco antes del principio de la tragedia. Después nada fue igual, las pistolas valieron más que las plumas.
Decía Juan de Mairena: "La verdad del hombre empieza donde se acaba su propia tontería. Pero la tontería del hombre es inagotable. Dicho de otro modo: el orador, nace; el poeta se hace con el auxilio de los dioses.
Y sigue hablando de Dios:
"-Dios existe o no existe. Cabe afirmarlo o negarlo, pero no dudarlo.
- – Eso es lo que usted cree"
Y sigue: "Un Dios existente- decía mi maestro- sería algo terrible. ¡Que Dios nos libre de él"
Todo esto venía por el principio del machadiano libro del maestro Mairena, esencial maestro de los maestros de la literatura escrita y oral que se citan en Santillana. El singular profesor de los escritores en nuestra lengua pasados, presentes y futuros, comienza así su libro:
"La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón.- Conforme.
El porquero.- No me convence"