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no bailare sobre sus tumbas

Por 25 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 

 

Tampoco me pondré a llorar. No me sale. No me creo las lágrimas en los crematorios, cementerios, velorios ni en ningún ágape de recuerdo a nuestros muertos. Se llora en privado. Se llora por dentro. Yo llevo unos días más cabreado y sorprendido que plañidero. Hace un tiempo aquí conté el pacto de no interferir nuestras lecturas, en seguir a los nuestro, en un viaje del AVE con Carlos Castilla del Pino. Ahora he recordado tantas conversaciones pendientes, posibles, cercanas…ocasión perdida. Todo por ese viejo enganche a la lectura. ¡Con lo que me gusta hablar!

Después fue Benedetti, ese bondadoso cascarrabias. Tampoco era mi poeta, pero era mucho más de lo que dicen algunos. Mucho más que unas gracias, unos cantos, unas ternuras. Fue cercano, tierno, triste, melancólico, futbolero, soñador y otros sonidos del pasado cercano que conserva su ciudad.

Y murió Rafael, "el gordito" como le llamaba Chus Visor. Hace tiempo que Rafael Conte, el crítico que nos enseñó a leer, ya no era el gordito. Había perdido demasiados kilos. Estaba un poco más sordo. Con ese genio sonriente, con una amabilidad restrictiva y con su pasión, su enganche, para la lectura de casi todo lo que merecía la pena. Y no quería salir. Pasaba de nosotros. De esa tertulia irregular, de esa pelea entre "El Manolo" y "Belarmino" que desde hace muchos años algunos teníamos la suerte de compartir con el más importante de nuestros críticos. Entre el entusiasmo y el disimulo, entre el descubrimiento y algún encubrimiento, desde hace décadas fue uno de los pocos que podíamos seguir sabiendo que no perderíamos el tiempo. Discrepar, eso sí. Pero siempre desde un nivel, una exigencia que no es común en nuestra crítica.

Y Ullán, nuestro irónico, memorioso, feroz, claro y oscuro, José Miguel Ullán. Uno de los raros necesarios. Poeta, culto, popular, buscador, erudito, cosmopolita, pueblerino, dandi, original, irrepetible cantor español. En su primer libro, tan borgiano, "Ficciones", ya dejó escrito su testamento:

 

"la voz es voz

                       hiciera

añicos las palabras redentoras

-…la quijada blandida,

la mueca de tu hermano,

la saliva secreta, la agonía

capaz de darte posesión primera,

última ya (oh cuerpo ensangrentado),

herencia de este salmo, tierra ajena,

fuga por siempre, libertad cautiva…-

la voz es voz

no existe

 

no existe aroma nuevo

 

cerrad mis párpados"

 

Hace poco se publicó su poesía reunida. Es un hermoso epitafio.

 

No bailaré sobre sus tumbas.

[ADELANTO EN PDF]

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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