Javier Rioyo
Desde la primera vez que leí a Millás al Premio Planeta han pasado treinta años -de casi todo hace ya 30 años- y no me parece que sea muy distinto de aquel desconocido de entonces. De aquel cercano y raro, por lo que escribía y desde dónde escribía. La primera novela que leí fue su segunda, Visión del ahogado. Aquella novela me hizo buscar la anterior, su inicial novela, Cerbero son las sombras. También extrañamente interesante. Años después, con motivo de la publicación de Letra muerta, creo que su cuarta o quinta novela, conocí al autor y la sorpresa fue que resultó ser tan interesante, raro e incalificable como sus escritos. El autor, más allá de sus escritos, merecía la pena.
Con irregular frecuencia he seguido su obra novelística, sus cuentos y por supuesto su notable, sobresaliente, obra de columnista, de periodista francotirador, de agudo buscador de otras orillas, de otras vidas que se parecen a las nuestras y que habitan al otro lado del espejo. Es uno de nuestros grandes escritores, aunque sus novelas ya no hayan producido en mí el mismo efecto que cuando entonces.
Nada, casi nada, de Millás me es ajeno. Ayer me sentí feliz pudiendo desear que llegara un libro con el Premio Planeta. También fue un placer que el año pasado se sumara a esa fiesta comercial y literaria otro escritor, Álvaro Pombo. No siempre ganan el premio literario mejor dotado de los de nuestra lengua los escritores. Algunos años lo han ganado dudosas operaciones mediáticas, extravagantes o de otra índole.
Volveré a Millás, volveré a su libro ganador. Seguramente esa novela llamada El mundo será la de mayor venta en el país, en el planeta hispano, en los próximos meses. Con la rivalidad en su propia casa. Con un competidor que es compañero de millones y comercio, Boris Izaguirre. Nunca lo leí, muchos, al menos algunos, me aseguran que es buen escritor. Ayer, para mi sorpresa, me pareció que Gimferrer hacía una leve crítica la novela de Izaguirre por estar demasiado bien escrita. ¿Quería decir que no es bueno que una novela esté bien escrita? Leeré las dos, sí, pero desde luego estoy deseando por ese Millás autobiográfico que nos traslada a Madrid años 50/60. Un mundo, una ciudad, una calle y una época que tiene unos cuantos buenos escritores. Algunos muy buenos. Uno excelente. Y esperando la excelencia de Millás me voy para Jerez. Y brindaré con más de lo mismo. Nadie dijo que tuviera que ser muy original. Simplemente soy razonablemente infiel.