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MELANCOLÍA Y UN POCO DE VINO

Por 20 de agosto de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres de excepción, bien en lo que respecta a la filosofía, o bien a la ciencia del Estado, la poesía o las artes, resultan ser claramente melancólicos?… Así empieza un texto clásico de Aristóteles, Problema XXX, que hace unos meses fue  rescatado en una cuidada edición, como es norma de la casa, por la editorial El Acantilado. El breve texto está lleno de intuición, pero también de conocimientos que entonces eran considerados científicos. Un texto todavía tan vivo, tan vigente como la propia melancolía.

Hace unos días, desde que presentimos que se acerca el final de la vacación, que los días ya no son esperanzas abiertas, que cada día es cuenta atrás, que volveremos al tiempo de lo conocido, nos volvemos más melancólicos. ¿O no les pasa a todos? ¿Será que los melancólicos somos seres especiales? Somos los melancólicos más creativos. ¿Seré un elegido por ser melancólico?

Los poetas del “spleen”, que así llamaron los padres poéticos de la modernidad a la melancolía, eran depresivos y bebían absenta. Creadores melancólicos. Los de la antigüedad, la tribu Aristotélica, lo que hacían eran beber vino. Y esos, esos que algunos brutos llaman borrachos, en realidad es que son unos melancólicos.

Sigamos con Aristóteles: “…el vino tomado en abundancia parece que predispone a los hombres a caer en un estado semejante al de aquellos que hemos definido como melancólicos, y su consumo crea una gran diversidad de caracteres, como por ejemplo los coléricos, los filantrópicos, los compasivos, los audaces”… Ya está. Eso es lo que me pasa. Que bebo. Que bebo el vino de las tabernas gallegas. Que bebo el vino de las mejores bodegas y de otras de menos excelencias. Me acabo de dar cuenta de que yo, más que melancólico, soy un bebedor que es capaz de llegar a la melancolía y así me hago la ilusión de que me acerco a los hombres de excepción, a los poetas y otros bebedores.

De repente, leyendo a Aristóteles sobre la melancolía, se me bajaron todos los humos melancólicos. Se me bajaron las ilusiones de ser un artista.

Así también me recordé cuando presumí de poeta -éramos tan jóvenes que nos permitíamos engañar y engañarnos- ante alguna mujer que me gustaba. Lo creyó. Sobre todo lo creyó porque la invité a beber absenta. También es posible que le dijera algún poema de Jaime Gil de Biedma, melancólico, bebedor. Y sin embargo poeta.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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