Javier Rioyo
Nunca he sido muy drogadicto. Sí he conocido, probado y frecuentado muchas de las más conocidas. O casi todas, nunca me atreví con los pinchazos. Pero nunca demasiado. Nunca me sentí obligado a comprar, tener, aspirar, digerir o aspirar drogas. Lo hice porque sí, algunas veces me gustaron, otras me complicaron. Me retiré de las ilegales y seguí frecuentando las legales. Seguí fumando hasta hace un poco más de un año. He seguido bebiendo, y creo que seguiré, si la salud o la enfermedad no lo remedian.
Yo también he visto caer a muchos de mi generación. Uno de los emblemas de la droga como relación vital, artística, emocional, como hermana más o menos querida, fue Lou Reed. Él, y todos los de su pandilla de la Velvet y alrededores malditos. Él caminó, e invitó a muchos, a que le siguieran por el camino salvaje. Se retiró a tiempo. No se perdió en el camino. Pero las cosas que hizo entonces, su voz canalla, sus letras poéticas, unas veces más alucinadas, otras más lúcidas. Sus canciones tristes y sus temas irónicos, muchos de ellos fueron en el tiempo de sus adicciones.
Hace tiempo que está "limpio". Al menos eso es lo que dice. En Madrid, no hace muchos años, nos prohibió que fumáramos en su presencia. Pudimos beber güisqui con agua, pero tampoco era partidario.
Han pasado otros años. Ha vuelto, le hemos vuelto a ver. Está bien, pero como repitiéndose en sus temas de una vida, unas cosas que ya no son las suyas.
Ahora termina de sacar un nuevo disco. Un amigo me aconsejó que no lo comprara. Me aseguró que era el disco más aburrido de los últimos años. Yo, que no me fío ni de mí mismo, me hice con el disco… y no me aburrí. Pero no lo hice porque me gusta el sonido industrial del agua cuando pasa un canalón. Me gusta el viento artificial y el de verdad. Me gusta la música de la vida, con sus ruidos. Me gusta Cage. Pero este producto de Lou Reed, estas meditaciones en el río Hudson, pasadas por el Tai Chi, el relax del cuerpo y la mente, es una cagadita al lado de todo eso. Y de verdad no es nada de lo que identificamos con Lou Reed. Aviso para seguidores.
¿Qué pasa con su capacidad para acercarse a la música? ¿El hombre limpio ya no puede hacer canciones como las que hizo? ¿Las drogas no estaban tan mal para ser el Lou Reed que nos gusta? Quizá es que ha cambiado de drogas. Ahora se droga con espiritualidad, con vida sana, cuerpo sano, cabeza sana…y la música, y sus letras, se han ido a otra parte.