
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Hablo de gastronomía, que no se haga ningún lío Oe. Y que sepa que la bodega de Romeo también hace vinos baratos. Incluso un blanco excepcional desde la Rioja Alta, desde el pueblo de tantas mortificaciones que es San Vicente de la Sonsierra. Al lado de los que mortifican su cuerpo, que se fustigan hasta hacerse sangre, otros de allí se dedican a extraer lo mejor de su tierra. Romeo es un genio de pueblo, un artista en su trabajo para el placer. Algo común a la mayoría de los cocineros españoles- casi todos vascos y catalanes- que han conseguido ser el equipo soñado para representar en el extranjero a la cocina española. Pasaron malos momentos, tienen heridas no cerradas, premian a unos y castigan a otros, les falta el debate abierto y sin apriorismos. Quizá nunca se pueda dar. Las acusaciones de Santi Santamaría sentaron tan mal a la inmensa mayoría de sus compañeros que ahora parece un apestado. Una pena. Un camino con pocas salidas.
Nada que ver con el sentido del humor, la crítica y autocrítica que se hacen a sí mismos desde el libro/ "cómic"- otro día hablaremos de comics que no sean Tintin- los grandes chef españoles en ese "ensayo crítico-patético sobre la Alta Cocina creado por Álvarez Rabo pero por culpa de Andoni Luis Aduriz". Un libro irreverente, inteligente, divertido, antropófago casi caníbal a la manera de Topor. Se llama los "Bajos de la alta cocina". Y están casi todos los grandes- Santamaría incluido- bromeando, discutiendo sobre sí mismos y su lugar preferente en el mundo de nuestra vida, nuestra cultura y nuestra marca de país desarrollado.
En la lista de más prestigio internacional somos toda una potencia. Primero, el indiscutible, imbatible y genial Ferrá Adriá y "El Bulli". En cuarto lugar "Mugaritz". E irresistible ascenso de "El Celler de Can Roca", que pasa del puesto veintiuno al quinto. El maestro Arzac se mantiene el octavo. Y entre los cincuenta primeros se mantienen Martín Berasategui. Y el Asador Etxeberri, que quizá es el más caro de los restaurantes españoles de élite. Nombres de nuestra alta cultura culinaria. Dicen que siguen siendo, por comparación con sus iguales del mundo, baratos por las excelencias de lo que ofrecen. Yo conozco casi todos esos restaurantes. Unas veces con mi dinero, otras he sido invitado. Pocas veces me han defraudado. Pero, lo normal, es que disfrute de comidas populares por debajo de veinte euros. La excepción es la visita a esos templos. Creo que no sería cliente habitual aunque pudiera. En cocina la excelencia puede ser un conejo en salsa. Por ejemplo el que el otro día comí en un pueblo castellano llamado Valderas. El conejo y un bacalao al ajoarriero, más el vino y postre, doce euros.
También se puede comprar a Kafka por seis euros en una bonita edición de bolsillo. Salud.