Javier Rioyo
Estoy leyendo un libro sobre clásicos muy cercanos. En un capítulo se habla de la oratoria. El autor de ésta reivindicación, modernización, de los clásicos, es Luis Antonio de Villena, reconocido escritor de saberes varios, dispersos, antiguos y renovados. Su pluma no está en demérito de su capacidad para la oratoria. Muy dotado para los discursos, para los parlamentos, incluso sin hacer uso del punto ni la coma cuando se está expresando verbalmente. Buen poeta, excelente divulgador. En su último libro Biblioteca de clásicos para uso de modernos, nos recuerda ésta emocionante historia de belleza, justicia y debilidades:
"Hipérides fue célebre porque en un discurso perdido defendió a Friné, la hermosa cortesana y modelo de Praxíteles, que la convertía en Afrodita, cuando fue acusada, como antes Sócrates, de corromper a la juventud. Hipérides la defendió con brillantez, pese a lo cual (Se dice en la Vida de los diez oradores) "Friné estaba a punto de ser declarada culpable cuando Hispérides la hizo comparecer, la desgarró el vestido y dejó sus pechos al descubierto. Los jueces contemplaron su belleza y la absolvieron"
Bien es verdad que no eran tiempos de democracia paritaria. Que eran injustos, estetas, paganos y otras incorrecciones políticas y éticas. Estéticamente me emocionan, me causan envidia. ¡Yo, aquél que nunca vio los pechos de Friné!.. La verdad es que también he tenido la suerte de ver algunos hermosos y más cercanos.