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Juegos de palabras

Por 17 de junio de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

En la radio alguien pregunta a un ¿¿¿cargo??? del Instituto Cervantes sobre cuántas palabras tiene el idioma español. El no sabe, pero contesta. Da igual, ochocientas mil, novecientas mil, millones o mil palabras como ese método del inglés. Se preguntó con la excusa de ese concurso tan, tan, tan…no me sale la palabra. Lo siento es tarde y yo soy así.

El asunto, juego, concurso o cómo se lo quiera llamar, es banal pero no deja de ser divertido.¡¡¡A jugar!!!. Se trata de elegir la palabra que más nos gusta del español..

Muy pronto me vinieron algunas. Espanté otras, por ejemplo melancolía, misantropía, soledad, felicidad, sueño, deseo, realidad…y esas palabras que tanto nos acompañan.

Después pensé en picardía, tan amiga desde hace tanto tiempo. Ardor, que tanto me gustó sentir, y desear sentir. Y al lado llegaron otras más silenciosas. Esas que deberíamos usar ocultando. Y me imaginé una fuga. Recordé algún arte para la fuga, para  sus músicas y sus letras. Más tarde, venciendo a la amable indolencia, me dediqué a pensar palabras que me llevaban a otras vidas, otros mundos y comencé a jugar. Esa forma de buscar el placer. También el riesgo.

Terminado el juego verbal, el viaje magistral de un dominador de la palabra como es Gonzalo Hidalgo Bayal, después de leer "El espíritu áspero"- que está llena de muchas dulzuras y de muchas ironías- me refugié en otro mundo, otras decadencias. En una novela húngara de principios del siglo XX, "Los días contados" de Miklós Bánffy, tan atractiva que está haciendo esperar la última entrega de Larsson.

Todo eso la noche en que se está terminando el "Bloomsday". Me gustaría estar en esa ciudad católica, bebedora, pequeña, conflictiva, melancólica y con pocos miércoles al sol y un río que la cruza. Sí, me dan envidia algunos amigos, esa pandilla de la Orden del Finnegans- Vila Matas, Eduardo Lago, Antonio Soler, Garriga Vela y Malcon Otero Barral- que estarán entre cervezas, hermosa mujeres blancas y pecosas, riñones para desayunar y algún whisky para olvidar. Para recordar. La palabra odisea tampoco está mal.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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