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Cioran, carretera y mar

Por 7 de febrero de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

Hubo un tiempo para Cioran. Algunas cosas que nos contaba desde su atrapador nihilismo nos ayudaron a ser como somos. Y eso es mucho suponer, tanto como suponer que sabemos como somos. Gracias al viejo invento del libro de bolsillo, y también al ligero libro electrónico, he vuelto a Cioran. Ha sido como una predestinación después de haber visto "The road", desasosegante, brutalmente hermosa, como la novela de Corman McCarthy de la que viene, quise leer no al novelista, uno de los más grandes vivos, sino al pensador rumano que nos dejaba sin esperanza en casi nada, sin futuro y destrozando cualquier idealización del pasado. El, de tan amarga y desesperada escritura, fue un ciudadano que se cuidó. Frecuentó amores, mujeres diversas como diversos eran los deseos, cuidó su cuerpo y dejó que su espíritu caminara por derrotas, por carreteras sin futuro. En la película "The road", el padre siempre cree que él y su hijo, sobre todo su hijo, tendrán una oportunidad si se acercan al mar, al sur. El mar que siempre parece ofrecer una vida más allá, una viaje, un misterioso placer. El mar ya no es aquél de los baños de verano, ni el de los besos al atardecer. No es esa mentira de azul horizonte, esa ensoñación de felicidad.

Y abrí un libro de Cioran, reeditado en Tusquets, en bolsillo y por ocho euros- el dinero de una entrada de cine- y en esa obra maestra que todavía escribió en rumano, antes de la perfección de su francés de madurez, llamada "Breviario de los vencidos", me encuentro con estos mares de Cioran:

"Al igual que amas los libros que te hacen llorar, las sonatas que te han cortado el aliento, los perfumes que te insinúan renunciamientos, a las mujeres extraviadas entre el cuerpo y el alma, así sucede con los mares: te enamoras de aquellos cuyo oleaje induce a ahogarse en su seno.

No he buscado en el Mediterráneo poesía ni violencias, ni tampoco turbulentas vorágines en sus olas. A esas inclinaciones encontré respuesta sobre los acantilados de Bretaña. Pero, ¿cómo olvidar un mar donde dejé mi pensamiento?

En una memoria más corta que el presentimiento de eternidad de lo efímero, guardaría la imagen y el reconocimiento del azul inhumano del mar decadente. En sus orillas se hundieron imperios y tantos y tantos tronos del alma…

Cuando el aire suspende su calma y la inmovilidad meridiana alisa las olas en medio de un fulgor abstracto, entonces sé lo que es el Mediterráneo: lo real puro. El mundo sin contenido: la base efectiva de la irrealidad. Sólo la espuma, actualidad de la nada, continúa como si pugnara por ser…

Lo único que podemos hacer es zarpar a alta mar. Sin deseos de echar el ancla. ¿No es acaso el sentido de la inestabilidad agotar el mar? Que ninguna ola sobreviva a la odisea del corazón. Un Ulises, con todos los libros. Una sed de planicies marinas que tienen origen en lecturas, un erudito vagar. Conocer todas las olas…"

 

También el Mediterráneo es una invención. Y sin embargo ahora me gustaría que al final de la carretera lo pudiera encontrar tal cómo lo quiero recordar. Menos mal que me quedan esos mediterráneos que son las rías gallegas. Otro día hablaré de Gloria Fuertes.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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