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CHICHO Y LOS BURGUESES

Por 17 de noviembre de 2006 Sin comentarios

Javier Rioyo

Me han aconsejado que no “entre” en las discusiones, los acuerdos o desacuerdos de los “blogueros” ya sean simpáticos, dementes, “ferdydurkianos” o benetianos. Como soy un pequeño burguésilustradoacratoide -mucho más que otros ismos- y un tanto desobediente, pues cambiaré mi intención de hacer mi  lista  y hablaré de Chicho Sánchez Ferlosio y los burguesitos. Ayer no di la cara porque seguí al pie de la letra aquel viejo deseo de Chicho: “hoy no me levanto yo”. Y no me levanté. Sé que otros escriben tumbados. Yo no hago esas cosas.

La verdad es que me gusta esta tribu, esta galería de tipos/as raros que escriben en este sitio. No serán muchos, pero son curiosos. Así, esto no va contra Adela, que me cae muy bien sobre todo por su última confesión y su voluntad de ser imbécil. Otros lo conseguimos sin mucho esfuerzo. Pero sí va contra la idea de Chicho como burgués o pequeño burgués. No lo era. Y ciertamente fue una pena que no lo fuera un poco más. ¿Se imaginan el mundo de la literatura, del pensamiento, de la pintura, el cine sin los burgueses, pequeños o grandes? Simplemente es inimaginable. Quizá en la música, al menos en la música popular, en el folklore y en el rock sí se podría escribir una importante historia sin la presencia de la burguesía. Sin los burgueses no se escribe ni la historia de la revolución. Es decir, sí, que es posible que Chicho fuera un burguesito. No me gusta el "ito". No creo que las suyas fueran cancioncitas. Algunas me parecen de lo mejor de nuestra música y letra. Y su vida, tal como entendemos la vida de los burgueses, de los hijos de fascistas o liberales, pues Chicho no fue un modelo de burgués, ni pequeño.

Usted que le quiso tanto sigue diciendo que fue un burguesito anarquista. ¿Eso qué es? ¿Dónde está la parte mala? ¿En burguesito? ¿En anarquista?… Que sus canciones le parecían cancioncitas muy bien. Pero que le parezca mal que las escucharan los universitarios hijos de burgueses… no lo entiendo. ¿Le parece mal que un hijo de burgués cantara aquello de que si cantara el gallo rojo otro gallo cantaría? ¿Era más propio que cantaran La vida sigue igual?… Es lo mismo; sabíamos que las dos cosas eran mentiras. Eran canciones, una más que otra.

Chicho, ese burgués sin dientes que cantaba en las calles, en los cafés, que pasaba la gorra, que se ganaba la vida solo o en compañía de su amiga. Ese burgués disfrazado de clochard que seguía haciendo su vida, sus inventos, superviviendo en pequeñas casas, pasando de posesiones familiares, buscando improbables mecenas para sus inventos imposibles. ¿Chicho burgués? ¿Chicho ácrata de la facción de Agustín García Calvo?  ¿O de los disidentes que hablaban latín? No me río de sus opiniones. Simplemente que Chicho, mientras el cuerpo aguantó, disimuló mucho ese espíritu que usted descubre de burguesito. Lo que no podía es dejar de ser hijo de su padre, hermano de su hermano y de su hermana. Ni pudo, ni quiso.

Me encantaría volver a ser aquel universitario que seguía a Chicho allí donde cantara. Pero la nostalgia no es lo que fue y además es imposible.

Otro día haré mi lista.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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