Javier Rioyo
El viernes pasado, tuve un día y una noche feliz en Cádiz. Gente interesante en una de las ciudades más hermosas que conozco, en una de las más antiguas ciudades de occidente, en esa isla liberal, constitucional, contradictoria, hermosa, viva, vital y también con muchas carencias. En Cádiz para participar en un ciclo sobre arte y crimen- me tocó ese lado que conozco un poco: prostitución y libros- una curiosa relación que se extiende a todas las artes y a todas las formas de la vida criminal y sus alrededores. Una noche que comenzó con la actuación de un cantante, un poeta, un irónico lúcido que sigo y conozco hace ya tantos años, Javier Krahe. La mejor versión española de Georges Brassens, con incrustaciones de Serge Gainsborugh, trozos de Dylan y gramos de Leonard Cohen. Y sobre todo una manera de estar y decir ciertas cosas del paso del tiempo, el deseo, la mentira, el amor y su física y química, como ningún otro entre nosotros. Hay otros pero tienen más ternura. Krahe, por encima de otros, al lado de Pí de la Serra, de Pau Riba y como maestro de Albert Plá, es el primero de nuestros cínicos imprescindibles. El humor también puede ser inteligente. Nada que ver con esos charlatanes de tienen éxito en televisión. También canta a su aire. Y es capaz de llevar músicos que queremos tanto. Pues eso, todo bien… y sin embargo quería estar en otra parte.
Sí, yo quería haber sido uno de esos que estuvo cerca de mi desconocida amiga/amada hace también tanto tiempo. Hubiese querido ser el que aplaudiera de cerca a esa mujer capaz de cantar, decir y estar como si una actuación fuera un orgasmo de larga intensidad. Quería ser uno de esos que estuvo cerca de Patti Smith en su particular homenaje a nuestro hermano Rimbaud cabalgando por algún lugar de nuestro espíritu libre. Creo que estuvo bien. Muy bien. Maravillosa dicen. Yo me muero de envidia. Quiero estar en dos sitios, en más. Espero noticias de Patti de mi amiga Laura. O de Adrián Vogel. No sé, de algunas/os que saben que la música nos permite seguir paseando más o menos felices en noches como ésta. Aunque estuviéramos lejos de Smith o cerca de Krahe. No hay días perfectos.