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Blues del fin del mundo

Por 16 de enero de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

 

 

No necesito paraísos. Me basta éste territorio tan raro y complejo por el que puedo viajar. Conozco varios infiernos. El de los otros. Y los que he visto, leído o imaginado. Ahora veo el infierno en Haití. Me duele, me conmueve. Y veo también a los malos.  A ese estúpido enviado a San Sebastián a pregonar la mentira y la maldad. No me importa mucho, son así. La historia, su historia lo sabe. Son cómplices de asesinatos, muertes, masacres, inquisiciones, saqueos, violaciones, exterminios, genocidios…El mundo es mucho peor desde que ellos tienen poder sobre los hombres, sobre los bienes y cómo se han repartido con sus bendiciones

Ayer estuve escuchando durante tres horas a un hombre bueno y sin Dios. Se llama Víctor Manuel San José. Ni santo, ni victorioso, solamente es uno de los nuestros, de abuelas que no confesaron, de padres que disimularon no creer o de buena gente que creyó por el miedo, por defender su vida en este valle en el que no querían tener tantas lágrimas. Ayer escuché las canciones tristes- y algunas alegres, otras irónicas- de Víctor Manuel y me sentí un hombre bueno. Me sentí decente entre tantas indecencias. Lejos de los obispos. Lejos de las iglesias. Lejos de sus dioses. Víctor seguirá cantando, que sus palabras no sean olvidadas, que no se pierdan para la buena gente. Los otros que hagan lo que quieran. Cómo si quieren seguir escuchando lo que desde el púlpito, desde sus altavoces dicen gentes tan inmorales como un obispo de San Sebastián. No me importa. No han cambiado mucho, salvo excepciones, siguen diciendo lo mismo. Su arma es mentira. Su palabra es prescindible.

No necesito argumentos contra Dios. Pero me gusta leer algunas palabras de buena gente que vive y ayuda a otra gente a que vivan dignamente. Terminaré con unas líneas del libro de lecturas esenciales para gentes sin Dios que ha seleccionado Christopher Hitchens en su libro recopilatorio "Dios no existe", hace un año, también en la editorial Debate, había publicado "Dios no es bueno": buenos libros, para buena gente. Las palabras que copio las leyó el querido Ian McEwan en una conferencia, es la primera vez que se publican por escrito y son las últimas líneas de un texto que llamó "Blues para el fin del mundo":

"…A estas alturas, en su fuero interno, los creyentes deberían saber que aunque tengan razón, y sí exista un Dios personal benigno y vigilante, ese Dios es reacio a intervenir, algo de lo que dan fe todas las tragedias cotidianas y todos los niños muertos. En cuanto a los demás, a falta de pruebas que demuestren lo contrario, sabemos que es muy improbable que haya alguien allá arriba. Sea como sea, en este caso importa muy poco quién se equivoca, porque los únicos capaces de salvarnos seremos nosotros mismos"

Ojalá haya muchos niños como Redjeson Hausteen. Que crezcan fuertes, libres y sin tantas mentiras religiosas. Dios quiera que crezcan niños sin Dioses. Mientras no desaparezcan todo será peor. Más difícil.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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