
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Fernández de Castro
Félix Ovejero
Katz Editores
Una reflexión sobre los principios que fundan el ideal democrático y un intento de mostrar una vía de escape al dilema entre libertad y democracia.
Así como resulta legítimo – y por ende necesario – acudir a la lírica en tiempos de miseria, en una época tan convulsa y mistificadora como la presente libros como este que lleva el curioso título de Incluso un pueblo de demonios: democracia, liberalismo y republicanismo son de una oportunidad muy de agradecer.
Con lo cual en absoluto pretendo transmitir la impresión de que sea una respuesta inmediata y oportunista a las tensiones y tribulaciones que aquejan actualmente y en todo el mundo a la democracia y sus instituciones. Es justo al revés. Félix Ovejero enseña Ética y Ciencias Sociales, Metodología de las Ciencias y Economía en la Universidad de Barcelona. Y tiene además un bien asentado prestigio como pensador político y comentarista de la actualidad, por lo que no es de extrañar que el suyo sea un impecable trabajo académico dotado además de un aparato crítico exhaustivo. Pero al mismo tiempo es un libro oportuno porque en los tiempos de confusión tienden a multiplicarse las propuestas basadas en la vieja falacia de que el fin justifica los medios y que, siendo lo importante salir de la crisis, los medios a los que se recurra para tan alto fin están justificados en sí mismos. Y qué va. Faltaría más.
El libro se abre con una impagable cita con la que Kant plantea el eterno conflicto entre la necesidad de un orden social regido por unas leyes universales (constitución) y el egoísmo natural de los hombres:"He aquí una muchedumbre de seres racionales que desean, todos, leyes universales para su propia conservación, aun cuando cada uno de ellos, en su interior, se inclina a eludir la ley. Se trata de ordenar su vida en una constitución, de tal suerte que, aunque sus sentimientos íntimos sean opuestos y hostiles unos a otros, quedan contenidos, y el resultado público de la conducta de esos seres sea el mismo exactamente que si no tuvieran malos instintos". Y la cita termina:"Este problema tiene que tener solución".
¿La tiene? El libro entero está dedicado a dar respuesta a esa cuestión y para el lector ansioso que no pueda aguantar la tensión y necesite ser liberado ya de tan angustiosa incertidumbre, la respuesta es que sí, que hay solución. Pero no fácil. Ni mucho menos milagrosa.
Las dos primeras partes del libro, "Democracia y liberalismo" y "Democracia y republicanismo", son las más conceptuales. Lo que modernamente se entiende por democracia surgió de las tensiones entre los modelos liberal y republicano, que en cierto modo encarnan, respectivamente, un ideal social de corte aristocrático, y otro basado en la virtud, la participación, la libertad y el autogobierno, es decir un ideal democrático tal cual.
En la segunda parte se desarrolla el modelo republicano y su encarnación en unas instituciones basadas en la igualdad material y la virtud cívica, es decir, democráticas.
Las dos últimas partes, "Los motivos de los ciudadanos" y "La fundamentación de la democracia" parecen seguir el dictado de Aristóteles cuando dice que "el fin de la política no es el conocimiento sino la acción". En ellas se van planteando cuestiones mucho más concretas ("Razones para actuar, razones para decidir", "Motivaciones de la justicia", "El liberalismo y la virtud" , "La democracia como historia") siempre con la idea de superar la dialéctica liberal entre libertad y democracia.
En definitiva, y otra vez en beneficio del lector ansioso y que pida una respuesta ya (y suponiendo que no me haya perdido yo por los vericuetos de tan complicada cuestión), la solución al dilema planteado por Kant sería un régimen político cuya genealogía incluiría la Atenas democrática, la Roma republicana, las repúblicas italianas del Renacimiento y las revoluciones democráticas. Cómo insertar tan ilustres precedentes y nobles aspiraciones en un mundo como el nuestro no va a ser tarea fácil y trabajo no va a faltar.