Iván Thays
Homenaje a Onetti en El Cultural. Fuente: elcultural Nadie ha celebrado con tanto entusiasmo en España en centenario del extraordinario Juan Carlos Onetti como «El Cultural». Seguro el primer sorprendido sería el mismo Onetti, quien al ganar el premio Cervantes leyó una declaración: «es conveniente que se sepa que el jurado […] ha tenido la quijotesca ocurrencia de otorgar esa gran distinción a alguien que desde su juventud estaba acostumbrado a ser un perdedor sistemático, a un permanente segundón […] que no tenía ninguna victoria en su palmarés?. Entre los convocados a este homenaje están Jorge Rufinelli, quien escribe:Actualmente la presencia de Onetti en la literatura no debe medirse únicamente por la eventual o virtual ?influencia? de sus historias, ambientes y personajes, sino por su condición de modelo de escritor auténtico que jamás se sometió a requisitos de mercado y tuvo una fidelidad única: a la literatura. Ni siquiera a sus lectores ideales. De ahí, la poderosa admiración que por Onetti han sentido escritores como Juan Rulfo, García Márquez, y Julio Cortázar. A veces esa admiración es tan poderosa que sólo puede conjurarse escribiendo un libro, y ésos son los casos de Mario Vargas Llosa con El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (2008), y de Antonio Muñoz Molina, quien desde hace tiempo -ha dicho- se encuentra escribiendo un libro sobre Onetti, y quien ha señalado como supremo elogio: ?Onetti te exige una lectura muy intensa, de los cinco sentidos?. Dolly Muhr señaló que Onetti a su vez admiraba a Muñoz Molina: ?Son tan faulknerianos que se admiraban mutuamente?.También participa Ignacio Echevarría:Se ha destacado abundantemente la sorprendente madurez con que Onetti irrumpe en su propio mundo, en su propio estilo. En este sentido, cabe referirse a él como un escritor sin prehistoria. Apenas se puede hablar en su obra de una etapa de formación. Después de El pozo (1939), las novelas Tierra de nadie (1941) y Para esta noche (1943) acusan una episódica vacilación del rumbo a seguir, consecuencia de unos años por otro lado repletos de todo tipo de llamamientos para un escritor políticamente concienciado, por mucho que su compromiso con la escritura fuera impostergable. Ya la siguiente novela, sin embargo, La vida breve (1950), funda el territorio que el resto de la obra no hará más que explorar y que poblar. Y con los cuentos ocurre otro tanto. Baste señalar que una pieza magistral como ?Un sueño realizado? (1941) es el quinto cuento que Onetti publica con su firma. Entre sus cuentos y novelas, por otro lado, se despliega un espacio incierto en el que resulta difícil, en muchas ocasiones, decidir a qué modalidad conviene adscribir una pieza u otra. Labilidad genérica; recurrencia de escenarios, de personajes, de motivos temáticos; continuo estilístico: el territorio narrativo de Onetti no ofrece apenas promontorios desde los cuales jerarquizarlo. Las obras completas de este escritor configuran, así, una perspectiva circular; admiten ser abordadas desde cualquier punto, sin que el itinerario escogido, por aleatorio que sea, desfigure el efecto del conjunto. Con muy buenas razones cabría dudar entre emplear aquí la etiqueta de obras completas o, más ceñidamente, la de obra completa.Por otra parte, Antonio Soler comenta el gusto por lo policial de JCO:Puede que alguna vez, o siempre, Onetti tratara de escribir novelas estrictamente policiales. Nunca lo consiguió. Quizá le ocurriera lo mismo que a su maestro Faulkner cuando intentó escribir una novela del género para ganar dinero y le salió Santuario. Es lo que a veces vemos en Onetti. Una trama policiaca de fondo devorada por el autor, por el peso de su mundo. Viscoso, difuso. Detrás queda el decorado, el regusto de lo policial. Pero apenas es un paisaje borrado por una lluvia densa. Dentro de Onetti siempre llovía. Siempre había callejones solitarios, mujeres pintarrajeadas y sensuales. Y un misterio por resolver. Sólo que al acabar de leer las novelas los misterios no se resolvían. Se habían trasladado a nuestra existencia y formaban parte de nosotros, como una gloriosa epidemia.Cierran el homnaje palabras de Luis Mateo Diez y Luis Landero, así como una reseña de Joaquín Marco al tercer tomo de las Obras completas de Onetti.