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Entrevistado en El Comercio

Por 29 de diciembre de 2008 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Iván Thays

Pagina de El Comercio con entrevista. Hacer clic para que vena la bonita foto. Fuente: el comercio El narrador y periodista cultural Enrique Planas me entrevistó hace unas semanas en la Galería Lucía de la Puente, delante del cuadro de Luz Letts (que él dice que se llama «la visita» pero yo pensé que se llamaba «al día siguiente») que inspiró no solo la carátula de mi libro, sino incluso el tono y una escena concreta. En la entrevista, Quique me confesó que se iba a poner de «abogado del diablo» y soltar todas las tonterías que se dicen por ahí sobre mí. Y lo hizo, en buena onda además porque me permitió aclarar malentendidos. Por otra parte, gelizmente no salieron un par de preguntas que me hizo Quique ésas sí con una maldad extrema («¿No crees que a los personajes de tus novelas los dejan sus mujeres porque son muy hermosas?» preguntó, y miré en sus ojos un brillo de malicia). Pero a pesar de lo gentil y buena de la entrevista, con lo que me quedo es con la sensación de haber tenido entre mis manos el cuadro de Luz: Fue como si por un momento el triste cuento de hadas de mi novela se hiciera realidad. Les dejo algunas preguntas:¿Un escritor peruano ya no puede ganar un premio o publicar en España si no escribe sobre la violencia interna?Eso es mentira. Enrique Prochazka ha publicado últimamente en España y no escribe sobre la violencia. Tampoco Jorge Eduardo Benavides, ni Fernando Iwasaki. No se trata de eso…¿Escribir sobre Ayacucho y las cicatrices dejadas por la guerra no fue motivado por la presión de un agente literario que te invita a escribir sobre un tema de moda?Jamás. Guillermo Schavelzon, mi agente, me presionaba pero para entregarle algo, lo que sea. De hecho, nunca pensé que esta novela sería publicada por un sello tan grande como Anagrama. Yo, personalmente, no creo que pueda ganar algo alguna vez. Creo que siempre voy a quedar segundo. Esta novela ha tenido muchas reescrituras. En una primera versión, no aparecía para nada el tema de la violencia. Era la historia de un hombre que estaba todo el tiempo encerrado en su casa, recordando a la mujer que se había ido y al hijo que había muerto. Pero justo en el momento que estaba escribiendo, ocurría la investigación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). Y me di cuenta de que había una comunión entre lo que le pasaba a mi personaje y lo que le pasaba al país.El reflejo del dolor íntimo en el dolor social…El mayor problema al escribir la novela fue descubrir cómo hacer que un personaje tan melancólico, tan abandonado, se interesase en lo que sucede en el país. Necesitaba unir ambas historias. Como esta novela tiene mucho que ver con mi vida, recordé lo que hice cuando tuve mi propia pérdida. Yo perdí a mi hijo cuando mi esposa se fue y se lo llevó. No verlo todos los días es mi pérdida. Y por eso me encerré a ver videos. Una rutina en que agotaba todas las películas de cada director que me interesaba. Cuando ya estaba cansado de ver películas, prendía la televisión. Y entre las cosas que veía estaban los testimonios recogidos por la CVR. Las miraba como un loco observando el desfile de Año Nuevo. Me asombraba muchísimo ser parte de todo eso, pero desde fuera. Recordando eso pensé que mi personaje en algún momento recogería de forma parecida la fibra del dolor. Allí se me ocurrió que fuera periodista.¿Recordar la pérdida también te hizo cambiar la forma de escribir?A mí me encantan los escritores que en la primera frase de una novela dicen: «Hoy murió mi mamá. Tuve que sacar el auto del taller y peleé con el mecánico». Así, lateralmente, el lector tiene que descubrir que si el protagonista patea las llantas y discute con el mecánico se debe a la tristeza por la muerte de su madre, aunque todo el tiempo hable del carro para mostrar su dolor. Pero también me fascinan las novelas en las que uno escribe sacando cosas de dentro, cuando dicen: sufro, lloro, me muero de miedo, tengo pánico de que mi hijo se muera. Me encanta un escritor como Raymond Carver, pero también el diario de Cesare Pavese. Hay momentos en la vida de un escritor que tiene que escribir su expiación. Y en esa expiación no puede haber lirismo. Quería una novela en que tuviera que decir algo concreto. Ofrecer un mensaje literario que se puede subrayar y llevar. Será porque es una novela que escribí para mi hijo.(…)¿Y cómo eras?He tratado de pasar por la vida como el hombre invisible. Todas las cosas que veía me parecían ajenas. La violencia senderista, las relaciones sentimentales, las historias con mi hijo. Como si las personas fueran actores y yo los mirase desde lejos. Y cuando alguien me señalaba, me escondía. Por ejemplo, puedo tener una idea sobre el dolor o la pena, sentirme acongojado cuando leo el informe o reviso los videos de la CVR, pero si en un momento me preguntan qué puedo hacer yo para apoyar, me escondo. Igual, puedo estar muy enamorado de una persona y amarla intensamente, pero cuando me confrontan, cuando me piden que luche por ella, si una novia mía empieza a sentir algo por otra persona, yo no lucho sino que me alejo.(…)¿Cuánta investigación fue necesaria para dar cuenta en tu novela de la violencia que se vivió en un escenario tan difícil como Oreja de Perro?No he ido a Oreja de Perro. Lo que más me interesaba del lugar era el nombre. Tampoco he investigado nada. No sé si habrá luz eléctrica en el pueblo. Eso no me interesaba para escribir. Lo que me interesaba era que la novela sucediera en un lugar que hubiera sufrido mucho; podía haber sido cualquier sitio. Pero el nombre de Oreja de Perro es un regalo. Un perro cuando escucha levanta la oreja, pero no se mueve. Igual que mi personaje, que percibe lo que pasa, pero es incapaz de actuar.(…)¿No crees que la visión mediática de nuestra literatura en España aún nos percibe como algo exótico?Los escritores latinoamericanos estamos siempre en una ‘liga’ distinta de los españoles. Es como si ellos jugaran en primera división y nosotros en segunda. Y así lo entienden los lectores allá, las editoriales, las librerías y, por supuesto, los periodistas. A mí me molestó una vez en un encuentro en España que un reportero nos preguntara: «¿Por qué no aparece otro García Márquez en América Latina?». Recuerdo que respondí: «Y cuándo aparece otro Cervantes entre ustedes?».

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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