Francisco Ferrer Lerín
Siento especial debilidad por el libro Duchamp en España (2009), de Pilar Parcerisas, tanto por el texto como por las fotografías y, en general, por la edición de Siruela. Sin embargo, hoy, sábado 12 de octubre de 2019, mi valoración de la obra se ha venido abajo; recorría La Huerta de El Manazas observando la concentración de milanos reales en un dormidero cuando, al apartarme del camino, casi tropiezo con un urinario, oculto entre la hierba, pegado al muro norte de las ruinas de una paridera. Duchamp estuvo aquí, me he dicho, quiso mantener en reserva una copia ante la posible pérdida o rotura y, también, ante la segura negativa de Elsa von Freytag de regalarle otra. Quizá, he pensado, hable con Parcerisas y con Siruela, podría chantajearles, amenazarles con difundir el carácter incompleto del libro, pero no lo haré, prefiero obtener dinero con la venta en China del preciado objeto. Y, entonces, lo que parecía imposible, aumentar aún más mi dicha, ha sucedido, he hallado en la cuneta, resplandeciente gracias a los últimos rayos de sol, una bolsa de 250 gramos de Colines de la marca Auchan, un producto excelente que voy a dividir, la mitad para mí, como tentempié, y la otra mitad para echar en el tejadillo del cobertizo del huerto de las monjas benedictinas, contiguo a mi casa, donde gorriones, urracas y tórtolas turcas, acuden a comer los restos de nuestros desayunos.