Francisco Ferrer Lerín
Un Delibes muy buena persona, declaró con singulares bríos el ex profesor de secundaria que conoció a ambos. Frente a la misoginia y los escopetazos de Miguel Delibes, un José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930 – Valladolid, 2020) filósofo franciscano, recogido, íntimo, sensible, que nunca necesitó viajar y que a diario hablaba con sus hermanos los pájaros; precisamente Señores pájaros es el título del libro de poemas de José Jiménez Lozano que ha publicado la exquisita editorial barcelonesa Días Contados. El Cristianismo, porque Jiménez Lozano es cristiano, impregna sus libros pero no desde la superchería y la altisonancia, sino desde la voz callada de un panteísta artesano, doméstico, risueño, que de modo velado hace constante profesión de esa diferencia entre el científico altivo e inexorable y el ornitólogo de campo que es lo que José es; los pájaros, y todos los elementos que los rodean, animados o inanimados, constituyen su espacio más valioso, el marco de sus no lesivos paseos.
Preferimos lo que se aproxima a nuestros presupuestos y en mi caso, bajo la doble advocación de la escritura y el naturalismo, siento una intensa emoción al leer este libro. Son jalones de sorprendente coincidencia con lo que siempre he propugnado: la inutilidad del viaje y su epítome, el turismo; el aprecio por las cosas ínfimas, como si nos guiara el genovés Montale; el sentimiento tan juanramoniano de la desaparición definitiva, de la falta de huella tras nuestro paso por la vida, de la no alteración de los hábitos de los demás tras nuestro fallecimiento, sean los pájaros que seguirán cantando, sean los humanos, que no tomarán suficiente nota de nuestra ausencia.
El poema “Destrucción”
Un nido devastado, el mundo / ya nunca estará completo / nunca.