Francisco Ferrer Lerín
Cuentan que el filósofo Eugenio Trías Sagnier, ya muy enfermo, rió, a carcajadas, y quizá por postrera vez, al oír la historia narrada por el poeta Francisco Ferrer Lerín tras el viaje, de este último, a cierta localidad del norte de España y descubrir que algunos de sus habitantes disfrutaban de un peculiar nombre de pila, Ano, como masculino de Ana; acontecimiento que sorprendió al poeta pero que no sorprendía a los indígenas a los que el sustantivo “ano” no les decía nada ya que el extremo del recto era conocido por “serete”.
En la actualidad, coinciden con cierta frecuencia en los medios de comunicación de dos regiones, también septentrionales, dos personas que por la pandemia han cobrado relevancia; una, del sector cárnico, llamada Julián Falo y, otra, ignoro de qué sector, apellidada Coito, del sexo femenino. Y queda claro que dichos apellidos, Falo (derivación de otro apellido, Fanlo) y Coito (de origen gallego, del que ignoro su etimogía) no hacen saltar las alarmas, quizá es que nadie, o como mucho unos pocos, conocen el significado de “falo” y “coito” (es preferible no saber cuáles son sus equivalencias locales). Incluso, en el improbable pero posible caso de matrimonio entre estas dos personas cabría la situación, espectacular, de que si tuvieran un hijo varón lo llamaran Ano: Ano Falo Coito… y nadie pestañearía.