Skip to main content
Blogs de autor

Chistes crueles

Por 22 de febrero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Me he pasado horas contando chistes políticos con el escritor angolano Ondjaki y el guineano Waldir Araujo. Sé que son mucho peores escritos que contados, pero aquí va una muestra:

Durante la guerra civil de Angola, el servicio meteorológico portugués descubre indicios de un gran terremoto que está a punto de azotar Angola. Para prevenir a ese país, envían el siguiente telegrama al gobierno:
“Hemos descubierto un sismo muy peligroso de intensidad 7.5 en la escala Richter. Está previsto para el martes”.
Tres semanas después, reciben de Angola un telegrama de respuesta:
“Hermanos portugueses: muchas gracias por su aviso. Encontramos al sismo y lo arrestamos. Era un guerrillero de UNITA experto en sabotaje. Con la información que le sacamos, la escala Richter ha quedado desactivada. Perdonen la demora en responderles, pero aquí hubo un terremoto horrible y nos jodió las comunicaciones”.

En una larguísima cola para el pan en La Habana, durante el período especial, aparece un borracho con ganas de fastidiar y empieza a decir:
“Yo sé por culpa de quién están todos ustedes aquí haciendo cola”.
La gente en la cola se incomoda, pero el borracho continúa:
“Yo sé por culpa de quién no hay pan. Ni gasolina. Ni papel. Ni medicinas”.
La situación es cada vez más tensa, hasta que llega la policía, coge al borracho, lo mete en un patrullero y se lo lleva a la comisaría. Una vez ahí, le ponen una luz en la cara y lo interrogan:
“A ver, ¿por culpa de quién no hay pan? Por culpa de quién no hay gasolina? Habla”.
El borracho pone cara de asombro, y como si fuera lo más natural del mundo, responde:
“De Bush. Del imperialismo yanqui. Del bloqueo”.
Los policías entonces se ruborizan, descubren que han cometido un error y lo dejan irse. Pero al salir, antes de cerrar la puerta, el borracho dice:
“Pero yo sé en quién estaban pensando ustedes”.

Los angolanos tienen chistes de guerra, los cubanos de represión, los peruanos contamos chistes sobre el servicio de inteligencia de la época de Fujimori, y sobre lo corruptos que somos. Algunos europeos en la mesa se sorprendían por el nivel de humor negro que compartíamos todos los americanos y africanos. Pero lo más sorprendente es que son chistes intercambiables: se cuentan en todos los países cambiando solo algunos nombres. El humor negro político es, sin duda, un arma de defensa ante la realidad, y por lo tanto, un género literario común a todos los países pobres.

Close Menu