Diana Fernández González
El seminario sobre Ryszard Kapuściński llamó mi atención por diversos motivos. La manera en que el periodista lleva a cabo su reportaje literario lo consagra como un autor de gran profesionalidad. Es interesante lo que Kapuściński considera que es digno de ser narrado, las personas con las que entra en contacto, las realidades en las que se sumerge, los detalles en los que se detiene: estos rasgos son los que lo hacen especial.
Resulta evidente la dedicación previa a la visita de los lugares, por su amplio saber general. Sin embargo, el relato que crea no tiene explicaciones, presenta las citas de los testigos, o las descripciones, de manera tal que el lector pueda interpretar el texto a su manera, puesto que no emite juicios de valor.
Otro recurso muy seductor es la espontaneidad con la que cambia bruscamente de tema. Así contribuye a una lectura muy dinámica y atrayente, y además refuerza la idea de que la realidad desde la que él escribe es tan rica de referencias, que no le alcanzan los sentidos para ordenar esos estímulos que lo llevan a escribir.
Su lenguaje es a la vez simple e incitante, y está perfectamente equilibrado con la riqueza de contenido. Kapuściński demuestra deleitarse con lo que observa y se interesa por ahondar en los detalles que descubre. Toma perspectivas interesantes sobre hechos ordinarios, y nos presenta nuevas realidades por conocer.
Belén Odriozola (alumna del Seminario)