Diana Fernández González
Kapuscinski ha sido testigo de los distintos golpes de estado, las revoluciones y guerras que se suscitaron en África, Asia y América del Sur en el siglo XX. Ha visto violencia, muerte, hambre, desigualdad todos ellos producto del capricho y la ambición de poder de quienes manejaban, o buscaban manejar, a aquellos países. La situación de desigualdad y la impotencia por no poder hacer nada para cambiarla pudo haber llevado a Kapuscinski a cargar sus relatos de adjetivos descalificando a los más poderosos; de hecho, esto hubiese sido lo más sencillo. Kapu prefirió, en cambio, inclinarse por un estilo crítico pero a la vez racional, haciendo su interpretación de los hechos (después de una investigación completa) pero sin dejarse llevar por las emociones ni por segundas intenciones.
El ejemplo más claro de esto se da en El Imperio. Allí Kapuscinski estaba ante una situación diferente. Esta vez hablaría de algo de lo que había sido víctima directa: el Imperio Soviético. Pudo haber aprovechado este relato para descalificar a quienes gobernaron a La Unión Soviética pero prefirió dar una interpretación más racional. Si bien termina proponiendo una mirada crítica sobre el imperio, esta no es más que el resultado de una recopilación de testimonios que fue tomando a lo largo de su investigación.
Máximo van der Kooy (alumno del seminario)