Clara Sánchez
No conocía Urueña hasta que no he sido invitada a los encuentros sobre relato celebrado allí el 18, 19 y 20 de abril. Ni siquiera había oído hablar de este pueblo y ahora sé dónde está, cómo es y, lo mejor de todo, me gustaría volver. Está a 55 kilómetros de Valladolid y es pequeño, empedrado, medieval, rodeado por una muralla bastante conservada, con un castillo que le da un tono de cuento muy apropiado, y varios monumentos más. La gran idea ha sido convertirla en libro, que el reclamo turístico sea un tipo de cultura dinámica, que haga participar al visitante, que lo implique, que no sea un lugar más de donde salir con el estómago lleno, sino también con la cabeza o por lo menos con un libro que llevarse a casa. Ha sido una buena idea darle a este lugar un sentido más allá de sí mismo. El éxito -si nos fijamos en lo ocurrido en el pueblo galés Hay-On-Way, donde nació el famoso Hay Festival- parece posible. Y es que con el tratamiento adecuado la cultura siempre ha sido un reclamo, que nos hace pensar que no salimos de casa a lo loco sino con un destino que nos va a devolver en mejores condiciones.
No puedo decir más, estuve lo justo para leer un relato, escuchar otros, comer bien y visitar las librerías llenas de lectores que ya tienen un lugar propio donde encontrarse en su salsa.