Clara Sánchez
El toro ha cogido y le ha dado unas cuantas cornadas a José Tomás, al hombre sin miedo, al valiente torero. A la gente le entusiasma que José Tomás arriesgue, que se exponga, que lo dé todo en el ruedo, que como decía una admiradora eufórica en la puerta de la plaza se tenga que apartar el toro porque él no se aparta, también le oí decir a un entendido que si el toro no le coge más es porque es tan delgado que se queda entre los dos pitones, y eso lo he comprobado con mis propios ojos en televisión: él tumbado en el suelo entre las dos astas clavadas en la arena.
Nadie duda de que José Tomás es grande y que se la juega, y también que hay gente que necesita héroes y ver que otro es capaz de hacer lo que uno no haría jamás. A mí que este torero u otro se juegue la vida no es lo que más me apetezca ver por muy artístico que sea todo, por eso nunca he ido a una corrida ni creo que vaya. Prefiero las emociones agradables, ya hay bastantes sobresaltos bruscos sin buscarlos. Lo peor es que el nivel de su propia valentía se lo han puesto tan alto a este torero, que no sé hasta dónde va a tener que llegar para no decepcionar. Me producen verdadera inquietud las alabanzas que personajes muy famosos hacen del heroísmo de José Tomás. Cuando los oigo, le digo en mi interior, no los escuches, no te arrimes, que se diviertan con otras cosas, no arriesgues la única vida que tienes así.